El incesante progreso tecnológico, la rapidez, casi instantánea de la comunicación internacional, etc., han hecho que los pueblos originarios, en todo el planeta, estén cada vez más expuestos a la llamada transculturización, es decir a imitar o a tomar aquello que consideren más importante de otras culturas de más allá de sus fronteras.

Y siempre se ha dicho que sea bienvenido todo lo que nos haga vivir mejor, en una palabra, progresar, pero con el progreso sano que no suprima o aniquile la esencia de esos pueblos originarios. Pero ¿Qué son esos pueblos? Simplemente aquellos que habitaban en tal o cual país, antes de la llegada de extranjeros, que para bien o para mal llegaron para quedarse.

La historia está escrita y ahí queda para quien desee enterarse de lo sucedido. Mi propósito de ninguna manera es lamentar lo que ha costado a esos pueblos originarios la llegada de otras cultura, no, muy lejos estoy de eso, lo que se pretende en todo el mundo es precisamente proteger a esos pueblos que hoy por hoy son considerados en situación de vulnerabilidad en materia de Derechos Humanos y día a día están amenazados con la desaparición, como ya ha sucedido con muchas de las lenguas y dialectos que se hablan en el orbe, asunto que ha analizado muy seriamente la UNESCO, que ha editado un Atlas al respecto.

En el sitio de Internet, de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas -sólo mencionaré a la Península de Yucatán, por razones de espacio- podemos enterarnos de cuántos pueblos habitan en cada Estado del país. Yucatán sólo tiene a los mayas y nuestros vecinos de Campeche y Quintana Roo registran a: Jacaltecos, Kanjobales, Mam y Mayas

En la CODHEY hemos podido presenciar, cuando vamos a una comunidad rural, a impartir alguna plática, que los niños, los jóvenes, principalmente se niegan a responder cuando se les pregunta si hablan la lengua Maya, simplemente les da pena hablarla. Si esto no significa pérdida de su identidad como pueblo originario, pues entonces no sé qué podrá ser. 

Mucho podríamos hablar del prestigio, el renombre internacional que tiene la cultura maya, por mencionar sólo a nuestra región, pero los mayas de hoy poco a poco dejan de lado ese orgullo sano y legítimo de ser los descendientes de una raza grande, entre las grandes del mundo.

Es por todo lo anterior que en un esfuerzo más, de los que realiza la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán en beneficio de nuestros hermanos y hermanas mayas, que impartiremos talleres de capacitación a los casi 2 mil estudiantes, así como al personal de los 38 albergues y comedores escolares de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, CDI ubicados en 26 municipios de la entidad. 

El pasado 24 de septiembre hice un recorrido por el albergue “Luis Torres Ordóñez”, ubicado en el sur del Estado, en el municipio de Tixméhuac, para conocer las instalaciones y la labor que realiza la CDI en beneficio de nuestros mayas, para reafirmar la identidad cultural de quienes reciben educación en esos albergues.

La responsable del Área Jurídica de la Delegación Yucatán de la CDI, Rosa Elena Uc Polanco, tuvo la gentileza de enseñarnos las instalaciones y pudimos comprobar la situación que atraviesan muchos menores beneficiados con este programa federal. 

Estos espacios representan una oportunidad para las niñas y los niños mayas que desean estudiar, pero por cuestiones geográficas o por condiciones de pobreza les resulta difícil asistir a la escuela. 

Las niñas y los niños indígenas beneficiarios de dicho programa reciben los servicios de alimentación, hospedaje, así como atención a la salud, lo que les permite acceder a las escuelas correspondientes de acuerdo a los niveles educativos, a partir de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato. 

Con la mística de apuntalar la identidad cultural de nuestros mayas la CODHEY impartirá los talleres para fortalecer el conocimiento de sus derechos como población originaria de estas hermosas tierras del Mayab.