A las alturas y más allá (1)

Ya se pueden ver, donde antes se observaba azul, nubes y verdor, las imponentes construcciones.

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Los edificios llegaron ya para mostrar al mundo que Mérida es una ciudad que se pone al día y se moderniza según respetadas opiniones de diferentes personalidades, incluyendo un cronista de la ciudad.

Por mi parte, pienso que la ciudad de Mérida habla por sí sola y no requiere intérpretes.  Porque, si bien no puede ser ajena a propuestas inmobiliarias comunales, tampoco se debe aceptar así como así la concentración de habitantes como un síntoma de progreso, a menos que se cuente con un proyecto de desarrollo consensado.

Ya se pueden ver, donde antes se observaba azul, nubes y verdor, las imponentes construcciones, “rascacielito lindo vienen subiendo”, con fachadas, cristales y diseños audaces, ejemplos a seguir de megalópolis hacinadas, eso sí, “con altura”.

Es difícil abarcar todas las implicaciones  de este surgir vertical, ya que no es el tema de este comentario lo concerniente a impacto ambiental, regulaciones y permisos, por no ser de mi competencia, pero sí se antoja imaginar, por ejemplo, los requisitos exigidos por las autoridades  a los constructores en aspectos de seguridad en caso de desalojo intempestivo, ya sea en casos de huracán o incendio.

Por su parte, el Ayuntamiento tendrá que considerar el tipo de carro tanque que necesitará el heroico cuerpo de bomberos de la ciudad para cumplir su cometido, las generadoras de electricidad propias del edificio, requerido para dotar de agua y energía eléctrica a los condominios y la dinámica operativa que el caso requiera.

Otro aspecto que se antoja urgente es que Desarrollo Urbano aclare de manera definitiva a todos los habitantes en que partes de la ciudad se darán permisos para la construcción de multifamiliares y comercios.

De otra manera no podrá uno saber si el día de mañana levanten junto a su casa habitación una torre a cada lado, o bien, como ya sucede, se instale una pollería, estética o cualquier negocio. Urge de una buena vez se consideren las calles y accesos que darán flujo al incremento de vehículos en zonas conflictivas.

Existe el conocimiento y la experiencia ajena. Participemos todos con voluntad y apertura para crearnos un espacio digno y, sobre todo, que la supuesta modernidad no perjudique el nivel de vida con el que ya cuenta la ciudad de Mérida. Vaya biem.

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