Abrazar la vida

Agradezco la lección a Chris y su abuela, su ejemplo de amor infinito.

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Ser testigo de un milagro siempre genera un grado más alto de conciencia. Podemos oír muchas veces sobre los temas pendientes en los que nos interesa contribuir a todos, pero hasta no tener una experiencia cercana con la gente adecuada no hay cambios significativos que nos permitan, ya no la vieja utopía de cambiar el mundo, sino el viaje extraordinario de cambiar nosotros. 

Hace poco fui testigo de un proceso de donación de órganos. Una amiga que sufre lupus recibió un riñón de su madre, pues su salud ya atravesaba un nivel crítico. 

Mi amiga es madre de un niño amoroso e inteligente a quien desde temprana edad le han inculcado la importancia de la familia y que nadie permanece para siempre en nuestra vida. 

En medio de esta experiencia no podía dejar de pensar en la maravilla de la vida, cómo puede renovarse, empezar de nuevo. En como una mujer  daba vida a su hija por segunda vez y estoy segura que lo haría las veces que fuera necesario.

Alargando y mejorando la  calidad de vida de mi amiga con esto mantienen unida la familia del pequeño Chris. 

La angustia del niño, las peripecias que sorteó en la operación de su madre y su abuela, así como la alegría de verlas sanas a ambas me hiicieron pensar en la poca cultura que tenemos sobre la donación de órganos, en que si una vida ha llegado a su fin, algo de ella puede dar vida a otros. 

Me he informado un poco más, quiero ser parte de esta cultura. Nada tan impredecible e inmanejable como la vida. La vida en pocos casos es renovable. 

Si éste llegara a ser el caso, corresponde a cada uno ser lúcido y amoroso para saber qué hacer con ella. 

Yo creo en la vida generosa, la que vacía todos sus depósitos para llenarse de nuevo, la que es capaz de abrir los brazos para no dejarnos escapar en momentos de angustia y desesperanza. 

Agradezco la lección a Chris y su abuela, su ejemplo de amor infinito; algo que siempre está presente en la familia Sulú y que me ha hecho cambiar mi manera de pensar. 

Es natural que si estás cerca de gente maravillosa, la vida te parezca igual. La amistad también es un milagro, esa lección la he ido aprendiendo ahora que el universo me ha regalado grandes amigos como Anaii Cisneros, Toño Zúñiga, Mercy Molina y Alejandro Celis. 

Ellos llegaron con sus abrazos perfectos para mi imperfecta persona, y me han acompañado en esta transformación que me hace abrazar la vida con todo mi amor y a fuerza de risa. 

Si algo podemos hacer por los otros, aun a riesgo de dar un pedacito de piel, hagámoslo, el universo siempre traerá de vuelta enormes respuestas a nuestros gestos generosos.

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