Abriendo juego (y 3)

Encuentro Social es un partido cuya principal fuerza descansa en algunos segmentos de las iglesias protestantes del país.

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En 2015 compiten electoralmente dos nuevos partidos políticos nacionales.

Encuentro Social es un partido cuya principal fuerza descansa en algunos segmentos de las iglesias protestantes del país. Esta identidad, no reconocida oficialmente, le proporciona una estructura organizativa básica, aunque no necesariamente los votos suficientes para conservar el registro, por lo que, evidentemente, buscarán simpatías más allá de esas instituciones.

Representa una ruptura social con el PRI, pues históricamente las iglesias evangélicas habían apoyado política y electoralmente a ese partido, visto como una alternativa religiosamente abierta, frente al catolicismo del PAN.

En cuanto al Partido Humanista, éste nace en una nebulosa política e ideológica, pues reúne a dirigentes disímbolos por sus experiencia pasadas, que van desde los movimientos sociales hasta el panismo, pasando por el PRD y el PRI. Uno de los actos electorales inaugurales fue la fractura de su dirección, que concluyó con una purga tras el fallido intento de una de sus facciones de destituir al presidente del partido. Con escasa y localizada presencia en el país, su sobrevivencia parece improbable.

En su conjunto, los diez partidos que compiten por el sufragio no parecen capaces de revertir la desconfianza de los electores frente a los partidos, la política en general y los órganos de poder del Estado. De entre éstos, quienes hoy sufren la mayor antipatía popular son precisamente los diputados, únicas posiciones que se disputarán en todo el territorio nacional.

La alternancia en el poder ha dejado de ser un objetivo capaz de movilizar a una ciudadanía esperanzada en el cambio. Los gobiernos de distintos símbolos han demostrado compartir los mismos vicios políticos, con alguna excepción menor. El derecho a elegir no se ha traducido en mejores gobernantes, y la democracia no ha representado una mejora de las condiciones de vida de las personas.

Lo más grave de esta situación es su estabilidad, pues el grueso de la ciudadanía, en medio de su decepción, no sólo no busca construir nuevas alternativas políticas, sino que sigue favoreciendo con su voto el que las cosas sigan sin cambiar.

En democracia, los responsables de las acciones de los políticos son quienes con su voto les dan poder.

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