Adiós al Chepo, que venga Granier

Cuando el abogado del químico Granier anunció que a su cliente le había dado un nuevo telele supe que él y no cualquier improvisado, tendría que ser el nuevo técnico de la selección mexicana.

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De la misma manera en que Gustavo Madero, líder de lo que queda del PAN, ya está hasta la madre del PRI (a lo que los choznos de don Plutarco respondieron como doñas que huelen a leña de otro hogar), ya estamos un poco lo mismo del equipo tricolor, que no tiene mucho corazón y en la cancha nunca lo demostrará.

Es momento de abandonar el misticismo y la demagogia y comenzar a ponernos pragmáticos. Si Peña sacrificó al de Profeco, que la Femexfut sacrifique al técnico nacional, que ya nos hizo extrañar a La Volpe para reclutar a Granier. Él aplicaría el clásico “Primero me amparo y luego veriguo”.

Es por eso que cuando el abogado del químico Granier anunció, con no poco histrionismo, que a su cliente le había dado un nuevo telele a raíz de la perrona experiencia telúrica de medianoche, supe que él y no cualquier improvisado, tendría que ser el nuevo técnico de la selección mexicana que nomás está haciendo el ridículo en la Copa Confederaciones.

El acto estuvo tan telenovelero, que nomás faltó que el señor Luengo acotara que cada vez que las autoridades y las instituciones daban nuevos datos sobre la escala del sismo (pasaron del 5.5 al 5.9 en un acto francamente churrigueresco que no se sabía quién estaba a cargo, si el Sismológico Nacional o la nueva banda TimbirIFE), al ex góber tabasqueño se le subía la bilirrubina.

Si aguantamos el desfalco tabasqueño y refundimos a los chivitos expiatorios con Ferrari incluido, podemos llevar a Granier, que es un costal de mañas, para que ponga orden y progreso entre los amilanados jugadores del Tri.

Allí, cuando el equipo se vea muy disminuido ante un rival de mayor jerarquía, podría alegar un compló del Pingüino Núñez, con El Peje y el PRD.

Sobre todo ahora que López Obrador alega que el Dorian Gel Peña Nieto protege a Granier. Digo, ni modo que lo abandonara del todo a este hombre que es difícil meter en la horma de sus 400 zapatos. Él es, además, el guardián de una bonita tradición priista, la del enriquecimiento inexplicable, que no se puede perder como una lágrima en la lluvia.

Sí, ya basta de andar pasando angustias, el señor Granier aseguraría la llegada de México al Mundial, agarrando dormida a la FIFA para presentarse a declarar como si fuera la PGR y ganar así los arraigos más cómodos para sus pupilos antes de que les apliquen alguna tarjeta roja.

Si Granier fuera el Chepo, ya le hubiera echado la culpa a unos tragos. Y sería más verosímil. 

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