Adversidades: oportunidades disfrazadas

Cuántas personas han encontrado lo maravilloso de la vida, de la bondad y el amor de diferentes personas durante o después de haber cursado una enfermedad.

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Cada adversidad viene con la semilla de un beneficio equivalente o aún mayor.-  Napoleón Hill, escritor
     

Cuando se presentan dificultades o adversidades en la vida, la primera reacción puede ser: ¿Por qué a mí? Se acabaron mis planes. ¿Qué voy hacer ahora? Sin embargo, después de ese coraje o y/o desilusión es necesario tomar una decisión. Se puede entrar en la desesperación y seguir rumiando todo lo negativo de la situación o se puede formular otra pregunta: ¿Para qué está sucediendo esto en mi vida? En la respuesta a esta pregunta está el beneficio de aquel revés. Siempre hay una lección que aprender y se encontrará una oportunidad para mejorar algunos aspectos de nuestra vida.

Se fortalecerá el carácter y agudizará la inteligencia para salir adelante, ya que se “verá” qué ajustes hay que hacer y, si la adversidad no hubiera ocurrido, tal vez, nunca se habría emprendido algo mejor que llevara al éxito y a un bien mayor. 

Cuántas personas han encontrado lo maravilloso de la vida, de la bondad y el amor de diferentes personas durante o después de haber cursado una enfermedad. Aprendieron a tener más deleite y entusiasmo que el que tenían antes de esa dolorosa experiencia. Aprendieron a ser humildes al reconocerse vulnerables. Aprendieron a reconocer el amor de Dios, a confiar en El y a darse cuenta de lo importante que es la solidaridad y el amor del espos@, hijos, hermanos, etc. y el acompañamiento desinteresado de los amigos. 

Se puede abrir la mente cerrada para acceder a la mente abierta y constatar que al cerrarse una puerta siempre hay otra mejor esperando ser abierta. De allí surge la confianza en la Providencia de Dios y se aprende a vivir con la mente de ¡fe!.

No estoy sugiriendo que cuando la calamidad asome en la vida se nieguen las emociones naturales que conlleva o se rehúse a aceptar la realidad, sino que no nos empantanemos en la tragedia y sin dejar de sentir el dolor tengamos fe en que también traerá un bien que no nos es dado ver de inmediato. 

Al darnos cuenta de que las adversidades son bendiciones disfrazadas, la inteligencia y el optimismo van de la mano. Pensemos: ¿ha habido en tu vida alguna situación que parecía negativa y que se tornó en positiva? Seguro que sí. Encontraremos cuántas bendiciones llegaron disfrazadas de decepciones, de reveses y de adversidades. Entonces, la esperanza y la fe tendrán lugar en vez de la desesperación.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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