Que hasta ayer el Ayuntamiento de Mérida no había respondido a temas de importancia para la ciudad planteados por medio de Milenio Novedades, entre ellos el del presunto acuerdo para permitir que, si se salen del Centro Histórico, los ambulantes puedan ocupar a su libre antojo calles, parques y avenidas; también el de las anomalías en que incurren los cronistas de la ciudad, entre las cuales está el cobro de honorarios por actividades que deben ser gratuitas, y tampoco de las restricciones que se han establecido en el Cementerio General, declarado Patrimonio Cultural, a los visitantes.

Que fue muy bien recibida entre la comunidad artística la decisión de someter a escrutinio de expertos en las diversas disciplinas los proyectos presentados a la Dirección de Cultura Municipal, los cuales fueron dictaminados con transparencia y justicia, y lo mismo se dice del proceso de aprobación que realiza, en términos similares, la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta). Hay algunos inconformes, sobre todo porque no estaban habituados a cumplir los requisitos fiscales en los cuales ambas dependencias son muy estrictas ahora.

Que la Banda de Música del Estado, desaparecida en el gobierno de Patricio Patrón Laviada y restaurada en el de Ivonne Ortega, ha alcanzado mejor calidad gracias a la preocupación de las autoridades culturales por dotarla de instrumentos adecuados y partituras suficientes, pero que hace falta que se presente no sólo para tocar el himno nacional y unas cuantas piezas en ceremonias oficiales, sino, como antes se hacía, en retretas dominicales en la Plaza Grande.