Que en una ciudad que presumía de su alfombra verde –que era lo que semejaban los árboles de Mérida cuando uno los veía desde el avión– cada día se va haciendo más urgente tomar medidas para impedir que se siga perdiendo vegetación en aras de la construcción de fraccionamientos y zonas habitacionales y comerciales. De esa grave situación se han dado cuenta ya las autoridades estatales y federales y por ello se han realizado inversiones en parques ecológicos, como el recientemente inaugurado Yu’um tsil, y en el que construye la Comey en larga franja del Poniente.

Que en relación con el problema que genera la construcción de zonas habitacionales tanto en Mérida como en poblaciones de la periferia se sabe que en Conkal, al menos, se ha agotado la reserva territorial a causa de la gran demanda de fraccionadores y la tierra de ese municipio donde no se ha construido es propiedad de empresas inmobiliarias. Al Ayuntamiento ya no le quedan terrenos para instalar servicios públicos y menos para ofertar a los constructores que siguen interesados en construir en ese sitio ante la demanda de meridanos que buscan alerjarse de la ciudad y sus problemas.

Que aunque parezca a muchos un tema de menor importancia, la aprobación en el Congreso del Estado de la ley de fomento al uso de la bicicleta, si se llegara a aplicar como se debe, generará una revolución en el tema del transporte de pasajeros y el urbanismo, ya que en las calles se tendrán que destinar espacios para los ciclistas y las disposiciones de tránsito tendrán que cambiar drásticamente y dejar de privilegiar el automóvil. Un buen paso, sin duda, en beneficio de la salud social.