Que la Secretaría de Seguridad Pública parece haberse apuntado nuevo éxito en su tarea de salvaguardar la integridad de los yucatecos, ya que ha establecido una más severa vigilancia sobre el Anillo Periférico, donde ocurren accidentes de tránsito de diversa gravedad pero indeseable frecuencia.

Quien transite por estos días en esa arteria, utilizada por miles de automovilistas cada día, se va a encontrar cada cierto tramo una patrulla y conos dividiendo los carriles y muy cerca un vigilante agente. También va a ver que hay otras patrullas circulando sobre el Periférico y no se extrañe si mira a un automovilista detenido y en espera de su multa por haber transgredido alguna disposición del Reglamento de Tránsito y Vialidad –regularmente manejar a velocidad excesiva–. Esta extremada vigilancia seguramente redundará en estadísticas menores de accidentes y quizá en beneficio de una o varias familias que no sufrieron la pérdida de algún familiar.

Que en estos días en que todo es festejo y apapacho en oficinas públicas y privadas y en casi todas las casas, y en que la generosidad está a flor de piel, harían bien todos en recordar que hay cientos de miles de familias en las cuales no hay ni siquiera para un cobertor para malpasar el frío o para medio comer, mucho menos para festejar, y en vez de estar buscando cómo agradar con un regalo a alguien (por ejemplo al jefe) del que se puede recibir un beneficio, destinar ese dinero en ayuda de los desvalidos –se los puede topar usted en cualquier esquina– y los necesitados.

Las ayudas que otorgan organismos civiles y autoridades nunca van  a ser suficientes ante las necesidades de una sociedad lastimada por la pobreza.