Que a confesión de parte, relevo de pruebas. Y es que la misma Unidad de Protección Civil municipal admite que con sus cinco vehículos y 25 inspectores es total y absolutamente incapaz de mantener vigilados ya no a los 400 expendedores de artefactos de pólvora que se autorizaron para este fin de año sino a todos los demás organismos y negocios públicos y privados que debe supervisar, como son los vendedores de comida que usan tanques de gas butano –y que en el próximo Carnaval por lo que parece no tendrán cabida en la nueva sede de Xmatkuil- y los restaurantes establecidos, así como los albergues para los casos de desastres naturales.

Se sabe que esa dependencia ha solicitado al alcalde Renán Barrera Concha que sea elevada al rango de dirección y de ese modo disponer de más personal y medios para cumplir la delicada tarea que le ha sido encomendada. Por cierto, una situación similar se vive en la Unidad estatal del ramo, donde, no obstante sus denodados esfuerzos, tampoco se dan abasto ante la gran cantidad de tareas que deben cumplir.

Que transcurrida la Navidad y ya cercano el otro tramo de celebraciones que se inician con la declinación del año viejo y el inicio del Año Nuevo y se prolongan hasta el 6 de enero, con la fiesta de la Candelaria, los yucatecos ya empiezan a sentir los estragos de la gastadera en sus bolsillos y más pronto que tarde los va usted a ver –si no es que es uno de ellos- retratándose en las ventanillas de los negocios de empeño con algo de lo que apenas hace unos días compraron ilusionados.