Que una ama de casa, en una plática de esas que se oyen en cualquier sitio, incluido el supermercado, pregunta preocupada a su esposo: “Bueno, ¿y de qué sirvió la reforma energética que tanto anuncian si la gasolina va a seguir subiendo cada mes?”.

Quien la oye se queda cerca, con la oreja atenta a las explicaciones del señor –ambos, hombre y mujer, ya de edad madura tirando a la tercera-, pero el esposo no sabe qué decir ni cómo explicarle a la señora lo que pare ella es inexplicable.

Este breve diálogo demuestra, sin embargo, que quienes propusieron y quienes aprobaron los cambios deben una amplia, pormenorizada y clara explicación de este –para aquella mujer y para millones más de mexicanos- poco claro dilema, puesto que desde un principio se dijo que, con la reforma constitucional en materia energética, se pagaría menos por el combustible, incluido el gas doméstico, y por el fluido eléctrico.

Que seguramente las amas de casa, pero en general todos los mexicanos, necesitan una explicación sobre lo que está pasando con los precios de muchos productos de consumo necesario que se han disparado apenas despuntando 2014, como cualquiera puede constatar con sólo asomarse a cualquier tienda, supermercado o changarro de suburbio.

Esos aumentos desde luego han dejado muy atrás el 3.9 por ciento que subió el salario mínimo y que los empresarios achacan a la reforma fiscal que gravó muchos artículos que antes estaban exentos. En este renglón los legisladores tienen mucho que decir a quienes los eligieron.