Que hay un foco de alerta para las autoridades federales, estatales y municipales en poblaciones del interior del Estado a las cuales acuden “personas de Mérida”, como dijo una vecina de una de esas poblaciones que –gracias a su intuición– se salvó de un fraude, quienes ofrecen, a cambio de entregarles siete mil pesos, construirle una casa de una recámara, cocina, comedor y sala, con aportaciones “del gobierno federal” o ampliarles sus viviendas y hasta hacerles un segundo piso. Les dicen, según el relato de la señora mencionada, que son “aportaciones del Fonden” que, como bien dijo la ya aludida mujer, es el Fondo de Desastres Naturales y, “que yo sepa”, siguió no ha habido aquí un ciclón u otra desgracia como para que estén dando ese dinero, sobre todo ¡que ofrezcan tanto por una suma tan chiquita”. En mi pueblo varias ya cayeron, dice. Si no cree usted este relato, dese una vuelta por Acanceh para verificarlo.

Que algo está sucediendo en el hotel Mérida, uno de los más antiguos y emblemáticos de esta ciudad, donde, por las noches, desde hace varias, a un camión de volteo le suben sacos de escombro que retiran del interior y a donde, la otra noche, fue introducida una máquina retroexcavadora de esas conocidas como bobcats. Ojalá que lo que esté ocurriendo sea una remodelación para que vuelva a abrir ese establecimiento que forma parte de páginas importantes de la historia de Yucatán y su capital y que en los últimos años ha estado envuelto en pleitos y problemas que han obligado a cerrarlo al menos dos ocasiones. El Mérida fue el primer hotel yucateco que miró al cielo, su restaurante y salón Mirador fue uno de los de más caché de la ciudad.