Agricultura

Debemos aprender a cuidar los recursos naturales y desarrollar técnicas innovadoras de cultivo.

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Los trastornos que el clima está ocasionando en la agricultura son perfectamente identificables, se han estado incrementando en los últimos 40 años, y se pronostica que sean más severos en el futuro, con efectos cada vez más negativos para la gran mayoría de los cultivos y para la ganadería.

Cuando hablamos de agricultura, como en muchos otros temas, es incorrecto hacer generalizaciones vagas, ya que existen cientos de especies, comestibles y no comestibles, que pueden ser cultivadas, y cada una presenta muy diferentes necesidades y condiciones. Inclusive cultivos de la misma especie vegetal presentarán características muy diferentes dependiendo de la región en donde se cultiven, del clima imperante en dicho lugar, de la riqueza del suelo, disponibilidad y calidad del agua, la topografía, las tecnologías utilizadas para el cuidado y desarrollo de las plantas y de muchos otros factores.

A pesar de esto, es posible aseverar que, durante los próximos 25 años,  gran cantidad de producciones agrícolas en diversas regiones y de diversos tipos aún conservarán un relativamente alto grado de resiliencia ante los efectos del cambio climático, pero otros sufrirán cada vez más las fuertes tensiones derivadas del calor extremo, la sequía, las enfermedades, la proliferación de hierbas dañinas, plagas de insectos y otras tensiones inducidas por el fenómeno del calentamiento global, lo que hará disminuir la productividad agrícola y ganadera en muchas regiones del planeta, poniendo en riesgo la seguridad en la cadena de suministro de los alimentos y la calidad de los mismos.

Actualmente existe pérdida o por lo menos una alta degradación de la calidad de los suelos agrícolas y las reservas de agua, debido en parte al fenómeno que referimos la semana pasada de que la precipitación pluvial se está yendo a extremos. Mientras que en ciertas regiones la sequía aumenta, en otras se incrementa la incidencia de fuertes aguaceros, situación que continuará representando un desafío para la agricultura tanto de riego como de temporal.

Al disminuir la productividad, elevarse los costos de producción y ser cada vez más dificultuoso lograr productos sanos y de alta calidad, no es difícil prever repercusiones en toda la cadena de valor de la industria de los alimentos, con efectos en los precios, en las plantas procesadoras, en el almacenamiento y la transportación, así como en la venta al detalle y al mayoreo. Si se implementan a tiempo medidas de adaptación, algunos de estos impactos podrían retrasarse y reducirse.

Yucatán es una región de escaso suelo, muy joven geológicamente hablando y por lo tanto muy vulnerable a la degradación si se desarrollan cultivos con alta demanda de nutrientes. Por el contrario, existe una aparente abundancia de agua, aunque amenazada por fuerte contaminación. Debemos aprender a cuidar los recursos naturales y desarrollar técnicas innovadoras de cultivo, como por ejemplo la agricultura orgánica, o cualquier otra medida inteligente que mejore la productividad y permita enfrentar exitosamente los efectos inducidos por el clima.

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