Alcoholismo en Cancún…

A principios de los 70, de siglo pasado, Quintana Roo era un estado sumergido en el atraso de la pobreza y la miseria indígena.

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A principios de los 70, de siglo pasado, Quintana Roo era un estado sumergido en el atraso de la pobreza y la miseria indígena. Marginado de los beneficios del centro político, que tenía la mirada fija, hacia el norte del país. Prematuramente había pasado de territorio a Entidad Federativa. Cancún era el despertar del mar perlado en la brisa atractiva del Caribe y se antojaba en el nuevo hechizo turístico. 

Acá mismo, en este lado del sureste mexicano, una entidad rica en las bondades de la naturaleza, de un rico mosaico cultural, donde la sabiduría de los mayas selló al cielo con la historia y aun así, se debatió por tiempos en el olvido. Contradictoriamente, en este rostro del país con un gran potencial marítimo, chiclero, pesquero y ganadero,  vivieron sometidos al olvido arrogante de los gobernantes presidenciales. Los índices de pobreza, y marginación crecientes, en educación, empleo y salud eran altos. El alcoholismo no era la excepción a la regla. 

En las cantinas se trasmitieron las primeras informaciones para dejar de tomar. Cancún se convertía en el lugar ideal para el empleo. Grandes éxodos de profesionistas, técnicos, y maestros de 1980 a 1990, despuntaron en una explosión demográfica inusitada. Las extensas jornadas laborales y el caluroso clima del trópico, provocó la proliferación de cantinas y bares, arropando deliberadamente problemas sociales como violencia intrafamiliar y prostitución, entre otros. 

Viejos alcohólicos relatan la historia de un joven ingeniero del D.F., que vivía en la zona hotelera, de nombre Ramiro López García, que descubrió en un artículo escrito en la revista Reader’s Digest, un exitoso método que permitía dejar de beber. López García, que casualmente, en ese momento sufría el intenso malestar de una borrachera del día anterior, le tomó atención a la nota de la revista y de inmediato solicitó datos al respecto. Una semana después recibió información ampliada y literatura de la unión americana. A partir de ese momento, comenzó a transmitir el mensaje en las cantinas y bares a pesar de que él mismo no dejaba de beber, y con ello no lograba influir en los parroquianos al dar un ejemplo adverso. Así se cumplía aquel consejo que dicta: “Las palabras persuaden, pero el ejemplo convence”. Ese, fue el primer intento, por fundar un grupo, para atacar el alcoholismo, que luchaba en otro mar compulsivo y agitado. 
Fueron aquellos pioneros que dejaron parte de su vida en los comienzos de la infraestructura urbana, de este paradisiaco lugar.

En 1976, Jorge Omar, un agente de ventas de medicina, procedente de Mérida, se dio a la tarea de organizar los primeros grupos, realizar las primeras reuniones de información y dar a conocer los beneficios del programa. La semilla comenzaba a germinar paulatinamente. Jorge Omar era una persona sencilla, de trato amable que lo hacía agradable en su plática y esto facilitaba la trasmisión de la información. Desde los primeros días que llegó a Cancún, se dio a la tarea de buscar a "Esteban", un famoso alcohólico en fase crítica. Luego de múltiples pláticas y terapias, "Esteban" dejó de beber y comenzó a trasmitir el mensaje entre sus antiguos compañeros. Hoy se le recuerda  como el primer  A. A. cancunense y el primer día que dejó de tomar, 6 de agosto de 1976.

En la actualidad, Alcohólicos Anónimos en Cancún, cuenta con 95 grupos que trabajan, diariamente, trasmitiendo el mensaje, organizando reuniones, visitando hospitales y compartiendo esta noble ideología con jóvenes escolares, en  cárceles, grupos sociales, y clínicas de recuperación. En síntesis, el alcoholismo es una enfermedad que persiste en extender su manto de tristeza, dolor y llanto, aunque todos los días del año, un extenso grupo de hombres y mujeres luchan unidos por un mismo objetivo: Desterrar de sus vidas el consumo incontrolable del alcohol.

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