AMLO quiere ahora lo que tanto detestaba

En una carta suscrita por Cuauhtémoc Cárdenas y AMLO hecha circular este domingo acusan al Presidente de “comprometer la soberanía” y “poner en riesgo el desarrollo de México.

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En el auge de las alianzas electorales de legítimos y espurios, Andrés Manuel López Obrador era implacable:
Se trataba, decía en enero de 2010, de “una simulación que se ha convertido en una cortina de humo para no resolver los graves problemas nacionales (…). No es conveniente una alianza ni con el PRI ni con el PAN”, porque son “exactamente lo mismo: unos ladrones, unos rateros…”.

Más de un año después (finales de marzo de 2011), para el Estado de México, daba por muerta una asociación: “Eso es historia. Va al basurero de la historia”, dijo, y calificaba de “proposiciones indecorosas” las que le hacían a su candidato Alejandro Encinas.

Esto viene a cuento por lo inusitado de que ayer propusiera una variante legislativa de lo que tanto detestaba.
Dijo en la Plaza de la Constitución:

“Exhorto respetuosamente a los senadores del PAN y del PRD para que, con absoluta independencia, como verdaderos representantes populares, construyan una alianza con el compromiso de votar conjuntamente en contra de las dos reformas, la fiscal y la energética”.

A falta de argumentación ideológica o política, razonó con aritmética:

“La suma de los votos de los senadores de las fracciones del PAN y del PRD en el Senado, más los votos de los senadores del PT y del Movimiento Ciudadano, hacen mayoría. Es decir, en sus manos está la decisión final…”.
¿Pensar en los perredistas haciendo el papelazo de votar contra la reforma fiscal que su partido y fracciones en el Congreso vienen celebrando como conquista propia?

¿Imaginar que los panistas reculen y voten contra la reforma constitucional en materia energética, cuando a la iniciativa de su partido le falta poco para que Pemex concesione prácticamente toda su operación?
Fuera de esta inimaginable alianza, López Obrador solo repitió lo que viene diciendo desde que renegó de su propuesta de participación privada en la industria energética (página 42 de Un proyecto alternativo de nación, Ed. Grijalbo, 2004).

Ayer también se recicló entre legisladores lo que se antoja menos probable aún: que si prosperan en el Congreso las reformas constitucionales que propone, Enrique Peña Nieto incurriría en el delito “traición a la patria”.

Se trata de una carta suscrita por Cuauhtémoc Cárdenas y AMLO hecha circular este domingo entre la diputación federal (500 representantes) y el Senado (128), donde acusan al Presidente de “comprometer la soberanía” y “poner en riesgo el desarrollo de México como un país libre e independiente”, por lo que le serían aplicables los artículos 108 de la Constitución y 123 del Código Penal Federal.

El señalamiento es descocado porque Peña no puede modificar la Constitución (facultad exclusiva del Congreso), y porque tales ordenamientos se refieren al mandatario que “realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana, con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”… lo cual no figura ni siquiera en la derechosa propuesta energética del PAN, con quien ahora López Obrador quiere hacer mancuerna. 

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