A punto de levantar el telón para dar inicio a un nuevo año, no puedo sustraerme a la tentación de analizar lo que hicimos y lo que por uno u otro motivo dejamos de hacer en la Codhey.

El año 2014, hay que señalarlo, dejó frustraciones en nuestra senda: el no hacer más de lo que es humanamente posible, primero por no poder rebasar el límite de nuestras fuerzas físicas. Y lo más frustrante: no lograr un aumento sensible, tanto en el capital humano como en el económico, para darle a las y los yucatecos mayor cobertura en la atención a sus Derechos Humanos.

Pese a los inconvenientes señalados, precisa decir que este año que mañana termina ha sido fecundo en cuanto a la defensa, promoción y fortalecimiento de las prerrogativas de nuestra sociedad.

En febrero próximo, ante la soberanía del Congreso del Estado, informaré con detalle lo hecho por la Codhey en beneficio de las y los yucatecos.

Hoy, si se me permite el símil, diré que la cereza del pastel fue comprobar que los representantes de los tres poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, firmaron con nosotros un Convenio de Colaboración que va más allá de la simple rúbrica, porque hay disposición, buena voluntad para que avancemos con paso firme en el accidentado terreno de los Derechos Humanos.

Lo reitero, como en mi colaboración anterior, toca ahora a la sociedad yucateca tener, entre sus propósitos de Año Nuevo, que espero sean más que simples proyectos para un ciclo de 365 días, sino que alcancen para todo lo que nos reste de existencia, cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos que nos harán ser mejores seres humanos, con verdaderos valores, como lo señala la Declaración Universal: …comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Permítaseme agradecer a Milenio Novedades por su empatía con las prerrogativas humanas, a través de este espacio que me brinda y que agradezco en todo lo que vale.