Ante la violencia de género

La violencia de género, aunque es un problema arraigado principalmente en sociedades patriarcales, es también un fenómeno ancestral en todo el mundo que sus registros no han variado...

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La violencia de género, aunque es un problema arraigado principalmente en sociedades patriarcales, es también un fenómeno ancestral en todo el mundo que sus registros no han variado. Es un problema social real con una tendencia creciente en la entidad que requiere atenderse, y que se ha dejado a la inercia de los programas obsoletos establecidos en los gobiernos. 

El incremento delictivo puede observarse en la estadística de la Procuraduría estatal que registró 32 mil 900 delitos en el 2011 y 35 mil 284 en el 2012. Pero en este espectro también la violencia intrafamiliar se incrementó de mil 868 a dos mil 307 denuncias sin que se sepa cuántos casos han sido resueltos. 

Pero la violencia de género tiene aspectos más tristes todavía, como es la afectación de las niñas y niños, en muchos casos solapados por las propias familias. 

Existen comunidades cercanas donde per-sisten usos y costumbres en las que las familias se desintegran porrazones de supervivencia, pero la descendencia –principalmente las hijas– son usadas como moneda de cambio o violadas, aberraciones inaceptables para la sociedad moderna. 

El problema de la violencia de género en Quintana Roo no es menor. Como destino turístico, el fenómeno se presenta a la vista de todos en la proliferación de bares y sitios clandestinos de prostitución, un tejido de complicidades en los gobiernos que favorece el arraigo de este crudo aspecto de la violencia.

La existencia de redes criminales como la “trata” en la entidad es una realidad insoslayable que debe enfrentarse por la creciente estadística de labrutalidad con que se cometen los homicidios de mujeres. 

En Quintana Roo, como en todo el país, los temas relacionados con la economía atraviesan necesariamente, en un contexto de injusticias, corrupción, usos, abusos e impunidad, por la descomposición del entramado social que puede observarse en la creciente incidencia delictiva. 

En el fondo, la descomposición general derivada del tratamiento inadecuado de los problemas representa un alto costo financiero para los gobiernos y un riesgo para la estabilidad social que se requiere para el desarrollo. Esto obliga al planteamiento inicial del fortalecimiento del núcleo familiar, ante las consecuencias adversas de sudesintegración. 

En los gobiernos, a pesar de la existencia de dependencias creadas para mejorar los estándares de la calidad de vida de las familias, con programas específicos diseñados para el tratamiento de temas como la organización comunal con miras a apoyar su desarrollo y proveerlas de atención básica sanitaria, educativa y asistencia para la productividad en los asentamientos poblacionales, éstas han sido rebasadas ante la magnitud de las necesidades colectivas donde estos programas resultan insuficientes.

Las inercias del burocratismo, los gobiernos no han logrado encausar el esfuerzo del estado para resolver las consecuencias de la situación de pobreza y desprotección que afecta principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Aunque la situación de la violencia de género es igualmente compleja tratándose de hombres o mujeres, ésta requiere un tratamiento integral para reconstruir poco a poco el tejido para evitar la integración de nuevos núcleos de bandas delictivas. 

Ante la necesidad de un proyecto que debiera ser conducido y supervisado por expertos, vemos la forma como son desperdiciados valiosísimos recursos públicos financieros, materiales y humanos en acciones gubernamentales desarticuladas sin mayor posibilidad de éxito. 

Aunque existe el capital humano profesional, los programas y acciones gubernamentales no corresponden al nivel de las exigencias cuando se observa la desatención de los temas de Salud y Educación urgentes para salvaguardar en lo posible la integridad de los menores de edad de la violencia, sobre todo en zonas de alta marginalidad.

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