El apego, deseo insaciable

Aceptar lo que vaya a ocurrir es la mejor opción cuando lo que se quiere o espera está fuera de nuestro control o no depende de nosotros.

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El apego es insaciable. Detrás de cada persona dependiente hay un niño insoportable…- Anónimo,

“Querer algo” de manera armoniosa no implica “apegarse”. Esto pasa cuando realizamos alguna actividad que nos gusta por sí misma, independientemente de los resultados, y nos motiva la capacidad de elegir libremente lo que nos interesa sin descuidar otras áreas de la vida, ya que el placer no nos nubla la razón, sino que nos brinda emociones positivas y un bienestar subjetivo. 

Por el contrario, el “querer obsesivo” conlleva un costo muy alto para la salud mental, no deja lugar para disfrutar la actividad por sí misma porque busca el placer que depende, básicamente, de los resultados que se obtengan; si la obsesión nos atrapa nos quita fuerza y significado vital, la mente no tiene espacio para nada más. Las investigaciones al respecto muestran que el “querer obsesivo” disminuye la concentración, hace a las personas más rígidas y genera insomnio, dolores de cabeza y trastornos gastrointestinales. 

La verdad es que el apego a algo o alguien genera miedo. Es el costo de la dependencia. Por ejemplo: si no te crees dign@ de ser querid@, tendrás miedo de que tu relación se acabe. Los pensamientos catastróficos no te dejarán vivir en sosiego, ni tendrás paz interior. Es obvio que existen preferencias y posiciones definidas frente a distintos eventos, lo malo es cuando uno se cree poseedor de la verdad absoluta y es incapaz de abrirse a otras ideas.  Igualmente, si estás convencid@ de: “Valgo por lo que tengo y no por lo que soy”, el miedo de perder tus bienes materiales te atormentará. Si piensas que eres incapaz de dirigir tu vida, te someterás a quien creas que es más fuerte que tú para poder sobrevivir y perderás identidad y autonomía. Así de absurdo es el apego. 

Aceptar lo que vaya a ocurrir es la mejor opción cuando lo que  se quiere o espera está fuera de nuestro control o no depende de nosotros. Hay que darse cuenta de que si algo depende de uno y vale la pena, hay que esforzarse por lograrlo. Si no es así, se puede aceptar lo inevitable y dejar a Dios que se haga cargo de la situación. 

Aceptar no es negar el poder de decisión sino considerar y reconocer nuestros límites. Es comprender hasta dónde se puede llegar y aceptar que existen imposibles para el ser humano. Es bueno darme cuenta que soy un ser humano.  

¡Ánimo! Hay que aprender a vivir.

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