Armonía vs incompatibilidad

La armonía en los cónyuges es un factor indispensable para la permanencia en la relación redundando en la felicidad de ambos .

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“El desarrollo de la inteligencia nos conduce al sentido de respeto y amor por las personas”.- Albert Einstein

La palabra ARMONÍA nos remite a la música que suena bien, que no es discordante. Sin embargo, no necesariamente la armonía se refiere siempre a los sonidos. Por ahora, me refiero a la armonía en las relaciones conyugales.

Puede ser que pensemos que armonía, en este sentido, es “entenderse bien”. Algunas personas consideran que se entienden bien cuando piensan del mismo modo, se interesan en las mismas cosas y/o desempeñan las mismas actividades. Esto se llama “uniformidad” no armonía.

Para otros armonía es cuando uno es siempre quien impone su modo de pensar y el otr@ calla, acepta y de esta manera no hay desavenencias. Lo anterior es “imposición”. Hay quienes piensan que hacer cada quien lo que mejor les parece, sin intervenir en la vida del otro, es lo que resulta mejor. Sin embargo eso es un tipo de pacto de “no agresión”.

En cualquiera de los casos comentados lo único que sucede es que ambos se llegan a cansar y a desesperar. Se va creando un resentimiento profundo que puede estallar cualquier día, ya que el ser humano no se resigna a sacrificar su libertad legítima ni su dignidad.

La armonía en los cónyuges es un factor indispensable para la permanencia en la relación redundando en la felicidad de ambos y que no consiste en no pelearse. Hay quienes nunca se pelean pero viven distanciados.

Tampoco es ir juntos a todas partes, ni tener los mismos gustos y puntos de vista.

La armonía es llegar a vivir un acuerdo profundo de respeto, que sólo se logra cuando uno dice lo que piensa y escucha lo que piensa el otro y que el otro también sepa hablar y escuchar.

Mucho mejor que tratar de evitar hablar de algo que causa conflicto es aprender a manejar los temores y las emociones para platicar y desahogar el estrés y buscar juntos alguna mejor manera de afrontar la situación conflictiva. Lo ideal, es que haya un diálogo lo más sereno posible. Cuando no se puede hacerlo con serenidad, más vale esperar.

Es así que como esposos vamos entendiendo y aceptando que NO nos parecemos, que somos diferentes y sin embargo no tenemos NADA QUE NO INTERESE AL OTRO. Hay que cuidar la llamita del amor y del interés mutuo. Vale la pena el esfuerzo.

¡Ánimo! Hay que aprender a vivir.

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