Así honramos a las madres

La imagen del conquistador violando a la mujer indígena se convirtió en trauma nacional.

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Octavio Paz escribió que el diez de mayo festejamos a la “sufrida madre mexicana”. Sin embargo, ¿aún sufren nuestras madres?

La imagen del conquistador violando a la mujer indígena se convirtió en trauma nacional. El español la dejaba sola, desamparada, humillada y embarazada. Chingada. Sus hijos nacían sin padre, convirtiendo a la madre en núcleo y único estandarte. Fue salvadora de México y convertida en diosa en la Virgen.

Aunque todavía existe una versión moderna de esos conquistadores (los padres irresponsables, los que desaparecen, los violentos, los abusadores y los infieles), el rol de madre ya no es tan dramático. 
Despojémoslas de ese sufrimiento y sacrificio. El estereotipo sólo provoca baja autoestima, tristeza y abandono. Pareciera que tener un hijo es el peor de los males.

Es importante entender que no es obligación de la mujer ser madre, al menos no en un país sobrepoblado como el nuestro. Las mujeres pueden decidir, cada vez con mayor libertad, y eso está terminando con las sufridas madres (y sufridos hijos).  

La maternidad, pese a que es natural, no es fácil ni 100% instintiva. Ya sea a través de especialistas, libros, videos o sitios de Internet, cada vez más mujeres se capacitan para traer al mundo a un nuevo ser. La información reduce los escenarios de impotencia y simplifica la maternidad. 

Una madre puede (o no) ser niñera, maestra, cocinera, lavandera, enfermera, chofer, jueza, psicóloga, o todas a la vez; y lejos de sufrir por esta labor, suelen estar motivadas por el amor a sus hijos y el placer de verlos felices.

La mía tenía un inagotable deseo de ayudar a los demás a salir adelante. Quería ser madre para todos y lo fue hasta el último de sus días. Gracias a ella comprendí que el verdadero fin de la maternidad humana no es la perpetuación de la especie, sino el encauzamiento de los hijos.

Está en nosotros, los hijos, el último eslabón para acabar con el estereotipo mexicano de la madre sufrida. Pareciera suficiente amarlas, respetarlas, entenderlas y ayudarlas. Sin embargo, como las crías volando frente a la madre pájaro, es luchando por salir adelante, cosechando éxitos y siendo personas de bien cuando los hijos honramos a nuestras madres. 

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