Atentan pandilleros contra el patrimonio

Quien circule por regiones e incluso por el centro de Cancún podrá ver grafitis...

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Quien circule por regiones e incluso por el centro de Cancún -o cualquier otra ciudad de Quintana Roo- podrá ver grafitis y rayones al azar, lo mismo en monumentos que en recintos abandonados o domicilios particulares.

Los muros exhiben un aspecto sucio por los rayados que deterioran el espacio público y provocan perjuicios a la propiedad privada o al patrimonio de todos, que es lo peor. La “expresión artística” afecta en particular monumentos de una ciudad como Cancún, a la que frecuentemente se le califica “sin identidad”. Son precisamente estas figuras emblemáticas las que fortalecen esa identidad y el ansiado arraigo.

Recientemente el presidente municipal de Benito Juárez, Paul Carrillo de Cáceres, instruyó “transformar las principales avenidas y mantener la buena imagen urbana” a la Secretaría de Obras Públicas y Servicios, que puso en marcha un programa de rehabilitación de monumentos con tareas de limpieza, pintura, mantenimiento de maquinaria y remozamiento en general. Así, hoy muestran mejor aspecto el Monumento a José Martí y la Fuente de Cancún, y próximamente el Monumento a la Historia y el Norte-Sur (o “Ceviche”).  

Me atrevo a decir con angustia que poco durarán en tal condición. Recién restaurados, son “blanco ideal” de pandilleros, quienes optan por estampar sus códigos y marcar territorio. En cuestión de horas aniquilan las iniciativas para limpiar edificios, monumentos y miradores en una intervención vandálica que algunos a menudo denominan “arte”.

La contaminación visual ha generado tanta molestia que la comunidad, la gente con arraigo, y el Municipio por supuesto, presentan propuestas diversas para cuidar el entorno y aumentar las sanciones.

En su momento se intentó legislar al respecto. Fue el ex diputado local Juan Carlos Pereyra quien propuso fortalecer la vocación artística del grafiti y sancionar, por otra parte, a los pandilleros que marcan domicilios para delinquir. Porque se debe recalcar la diferencia entre un grafitero, que pinta piezas con especial interés, y quienes manchan con afán de violencia o delito. Es cuestión de acudir al Ministerio Público para comprobar que los agentes no pueden asegurar si quiera esto es falta, delito o “quién sabe”. Ni preguntar acerca de si hay o no denuncias interpuestas. 

La iniciativa del hoy secretario general de Solidaridad fue turnada a la Comisión de Justicia del Congreso local, entonces a cargo de Patricia Sánchez Carrillo, donde fue apilada junto a otras igual de valiosas en gavetas y archivos digitales, en espera de ser retomada en un contexto más enriquecedor de arte moderno; como en Europa, donde los muchachos talentosos ganan dinero y disfrutan espacios que comparten con sus colegas.

Así pues, quienes justifiquen estas acciones aberrantes como una expresión de “arte urbano” están equivocados. Es un desatino para una actividad que violenta la estética y pasa por encima de los derechos. Por ello es conveniente que las autoridades, que en ciertas ocasiones solapan actividades pandilleriles, eviten validarlas y exijan que las expresiones se realicen en lugares apropiados y respetando siempre los derechos de otros. 

Es obligación de la autoridad proteger el espacio urbano adoptando medidas preventivas y perseguir para castigar a los involucrados con todas las herramientas de ley disponibles.

Desorbitado…

Fue imposible contactar a los regidores de Benito Juárez con encargo para atender asuntos relacionados con el patrimonio municipal y los servicios públicos. Su opinión era valiosa para saber si existirán iniciativas en torno al problema de los rayones. En realidad, encontrar a los representantes populares ha sido una misión imposible en cada administración, salvo excepciones. Cobijados por el compadrazgo, poco se les ve en oficinas, donde se acumulan los pendientes.

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