Atrapada entre su risa y mi llanto
Sonrío ante la marca que deja en mi rostro, irrespetuoso, que le mira arrepentido.
Ante los ojos de mi sádico favorito, me deshago en pasión, bajo aquella mirada lujuriosa que me desnuda sin clemencia, arrebatándome al dolor, exponiéndome ante la necesidad enfermiza de abastecerse de gritos, entre su risa y mi llanto.
El sufrimiento, digno de su posesión, aquella venganza infinita arremete contra mi cuerpo, golpeándome, seduciéndome, entredejando ver su adicción sobre mi piel, marcándola con su locura. Y aquel perverso deseo se incrusta en mi espalda, se enreda entre mis piernas, se aferra a mis caderas. Es él y sólo este momento el rito de mi debilidad contra las marcas de su crueldad lo que me obliga a gritar por más.
Este arrebato de mis instintos, aquel ángel caído que se embriaga con mi delirio por descubrir la pasión, el castigo, la adrenalina del momento.
Abrumada, extasiada, nos excedemos, nuestro juego ha comenzado, sus caricias dejan sangre, sus besos me arrancan la inocencia, la herencia de Sade y Leopold es la pura magnificencia.
Sonrío ante la marca que deja en mi rostro, irrespetuoso, que le mira arrepentido, mientras con una súplica más le dejo claro que somos el uno para el otro, el complemento enfermizo que yace escondido en esta habitación, entre el dolor y la satisfacción, entre su risa y mi llanto.