Autoengaño

Algunas personas manipulan presionando con lo económico, con la indiferencia o con la “ley del hielo”.

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No hay peor ciego que aquel que no quiere ver.-  Refrán Popular 

Cuando por miedo a la soledad decimos: “Te amo”, no es verdad que amamos al otr@. Al aferrarnos a esa persona nos llenamos del temor al abandono, a que nos sea infiel (celos) o a que se muera. La vida se vuelve un infierno ya que los celos, el control, la manipulación, la sospecha y el chantaje emocional socavan la relación.

Puede ser que esos miedos hagan que la persona se obsesione y experimente emociones perversas; vea y viva en su mente situaciones que no existen. 

Cuando no se reconoce y no se sana esa obsesión, se guardan rencores, tensiones y angustias que explotan sin medir las consecuencias, sin fijarse con quién o dónde se esté. Se llega al papel de víctima reclamando y culpando a la otra persona de su infelicidad. Estas escenas se repiten incansablemente hasta que el otr@, en el mejor de los casos, se aleja de esa relación tóxica y enfermiza. 

Algunas personas manipulan presionando con lo económico, con la indiferencia o con la “ley del hielo”. A veces utilizan gritos, pataletas, amenazas y pueden llegar a la violencia física. Hay personas a las que la pareja les es infiel, las maltrata, ridiculiza e incluso les quita la libertad; pero por no perder la “comodidad” económica, social o laboral prefieren autoengañarse y excusan o minimizan lo que les causa tanto dolor y permanecen en esa situación. Generalmente es más frecuente en las mujeres, por miedo a que ellas y sus hijos pierdan la satisfacción de algunas necesidades; sacrifican su existencia y viven en la soledad, la amargura y la angustia. 

Se pueden afrontar los miedos con valentía, dignidad, responsabilidad y consciencia. Si no es así, se cae inevitablemente en una depresión profunda y/o aparece una enfermedad terminal. Para evitar esa “vida” que no es digna de llamarse vida, hay que estar en contacto íntimo (contigo mism@) para percibir cuándo nuestro mundo interior se ve alterado y perturbado para poner límites y, de ser necesario, apartarse de ese ambiente destructivo. 

Pensemos que no hay nadie en este mundo que tenga el poder ni la fuerza para hacernos infelices y desgraciados a menos que nosotros lo permitamos. Revisar es indispensable, para hacer contacto con la realidad y alejar el fantasma tan nocivo del miedo. Podremos vivir mejor con la dignidad y felicidad para la que fuimos creados.                                          

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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