Bahía del Espíritu Santo, Sian Ka’an, un ejemplo de sustentabilidad

Tengo un trabajo que me da el privilegio de viajar y de conocer un buen número experiencias exitosas y no tan exitosas...

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Tengo un trabajo que me da el privilegio de viajar y de conocer un buen número experiencias exitosas y no tan exitosas relacionadas con la sustentabilidad en diversas partes del mundo.

Y cuando encuentro una que vale la pena comentar, sin duda lo hago, ya que creo que vale la pena aprender del camino andado de grupos y comunidades, y adaptar sus conocimientos y sus éxitos a nuestro contexto; y este fin de semana conocí en ejemplo, del cuál ya había escuchado, pero que queda corto en cualquier intento de explicarlo sin estar ahí.

La Bahía del Espíritu Santo es una de las dos Bahías que se encuentran al interior de la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, para ser exactos, la que se encuentra al sur, y que probablemente sea la de más difícil acceso por la lejanía a los centros de población importantes del estado: desde Mahahual (que de por si ya es un lugar retirado), aproximadamente dos horas.

En la Bahía viven dos comunidades de pescadores: Punta Herrero, que se compone de alrededor de 60 personas y a la que se accede por un camino de terracería, y María Elena, a la que se llega solo por embarcación, y en la que viven alrededor de 35 personas; en ambas, la mayoría de la población vive de la pesca de langosta (en temporada), y de otras especies de escama, y algunos aventurados y emprendedores están viendo al turismo como una alternativa, de la cuál les hablaré en una siguiente entrega.

Pero vayamos a detalle al tema de la sustentabilidad: si bien es cierto es difícil encontrar el equilibrio entre los aspectos económicos, ambientales y sociales, las comunidades de Bahía del Espíritu Santo están muy avanzadas en ello.

En lo ambiental, la responsabilidad de vivir en uno de los cinco Sitios Patrimonio de la Humanidad Naturales que tiene el país, los ha hecho conscientes de tener prácticas de manejo responsable de sus recursos; un ejemplo, la langosta, cuya pesca se hace de forma artesanal, siempre respetando tallas mínimas, sin lastimar a la especie y solo en temporada, es decir, respetando las vedas, lo que les ha llevado a obtener el sello del Marine Stewardship Council (MSC) por la pesquería sustentable de la especie; pero no solo eso, sino que varios de los pescadores han decidido, por un lado, “colgar” sus redes para proteger sus recursos naturales, y decretar zonas de no pesca (los llamados refugios pesqueros) para permitir la recuperación de los ecosistemas de la zona. ¿Alguna vez han visto a alguien que deja su modo de vida con tal de preservar el ecosistema? Difícil encontrar ejemplos.

Sin embargo, eso no hace que dejen de lado la parte económica; ellos han entendido bien que mantener sus recursos naturales les deja mayores dividendos a largo plazo que acabárselos, y las ganancias por la pesca de langosta es bastante respetable; pero no solo eso, también han aprendido que la clave del éxito es la diversificación; muchos de ellos han aprendido técnicas de monitoreo científico de arrecifes y reciben un ingreso extra por este trabajo, y en especial, están iniciando proyectos de turismo alternativo que, además de hacerse en entornos naturales como solo hay en pocos sitios, ofrecen una experiencia de vida a los turistas, y lo digo por haberlo vivido en carne propia este fin de semana.

Pero lo más importante es la parte social; los miembros de las cooperativas pesqueras y turísticas, a pesar de que en algún momento mostraron renuencia a cambiar sus hábitos, hoy son los principales defensores de su ecosistema, y colaboran de cerca con una gran cantidad de organizaciones e instituciones (lideradas por la Dirección de la Reserva, perteneciente a la CONANP) para mantener los recursos naturales, que no solo son de ellos, sino también de todos nosotros. 

Desde aquí, un reconocimiento público a aquellos pescadores (Rana, Mencho, el Boa, Mach, Chamula, Froilán, por mencionar solo algunos) que no solo son “héroes” de la conservación de los recursos, sino que también nos inspiran a seguir su ejemplo, y lo más importante, son excelentes personas.

Todo el éxito en esta nueva aventura llamada ecoturismo que están consolidando.

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