Basura electrónica

México es, después de Brasil, el principal mercado de productos de este tipo de América Latina.

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Es imperativo que el presente y el futuro destaquen por una visión de desarrollo sustentable y por la participación activa de la sociedad en el cuidado y respeto al medio ambiente. Un ejemplo muy claro es el caso del ingreso de la señal digital a nuestras vidas, haciendo que compremos un aparato que sí cuenta con el sistema que el gobierno nos impuso, perdón acaba de establecer.

El televisor que un mexicano acaba de botar, tras comprar uno más moderno, forma parte de las 170,000 toneladas de esos aparatos que se desechan anualmente en México. Según un informe de Business Monitor Internacional, México es, después de Brasil, el principal mercado de productos electrónicos de América Latina. El patrón de consumo de los mexicanos se ha visto influenciado por el abaratamiento de los precios de algunos aparatos electrónicos y por la reducción de la vida útil de esos artefactos. 

Los expertos coinciden en que el crecimiento de la basura electrónica marca una tendencia global. Incluso los desechos electrónicos no se consideran residuos peligrosos en México, sino que están clasificados como de manejo especial y su tratamiento es competencia de cada estado, situación que en Yucatán es muy compleja.

El problema, cuando se hace una disposición inadecuada de los desperdicios electrónicos, es que debido a la lluvia, los elementos potencialmente tóxicos, se pueden disolver y dispersar por diferentes vías. Al mezclarse con los lixiviados generados en la basura, pueden contaminar el suelo. Lamentablemente la venta indiscriminada de pantallas planas a bajo precio ha ocasionado que la basura electrónica invada los hogares y se refuerce el consumismo.

Estos equipos una vez desechados son muy difíciles de confinar, pues sus componentes son delicados y dañan fácilmente al medio ambiente, situación que debería ser atendida por la autoridad correspondiente, en este caso la Semarnat, instancia que ha abandonado los procesos de educación y cultura ambiental, dejando en claro olvido la difusión de medidas de conciencia ambiental.

Lo que queda ahora es tomar conciencia del tipo de residuos que generamos y volvernos compradores ambientalmente responsables y no adquirir electrónicos sólo por comprar, ya que esta acción es la fuente principal de contaminación. Ahora que se acerca el famoso y engañoso Buen Fin sería válido no enredarnos en comprar la pantalla más grande o el estéreo más ruidoso, sino pensar bien cuál sería la utilidad de lo que queremos adquirir.

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