Bis’ bis…

Modela la voz con acento tan femenino que es imperceptible que dentro de ese ser...

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Modela la voz con acento tan femenino que es imperceptible que dentro de ese ser, de un poco más de dos décadas de existencia, un día haya nacido varón. Su cuerpo no le exige en nada a la estética de una mujer hermosa. Y el coqueteo con las manos asemeja el vuelo de unas mariposas. Su mirada provoca timidez y retos en lo que expresa insistiendo siempre en no romper con la elegancia. 

Su nombre artístico es “Bis bis”, así de sencillo, con poca exigencia. Comienza la plática en su estética a 200 metros del Crucero de esta ciudad. 

“Bis bis” da instrucciones precisas a su colaboradora que tiñe la cabellera de una peluca. Se sienta frente a mí, no sin antes prender un cigarrillo, cuando responde a una pregunta que le he formulado con la simplicidad de comenzar un diálogo que se me dificulta manejar. ¿Cuándo descubriste tu tendencia homosexual? “Bis bis” sonríe con la presencia de su mirada reflexiva: “Mi padre la descubrió cuando a los 12 años de edad me molió a palos, gritándome que yo le dijera si era joto”. Todo porque un día le confesé a mi hermana,  que me gustaba ver al vecino sin camisa. Ella tardó muy poco y se lo reveló a papá. 

“En esos tiempos vivía en Guanajuato de donde soy originario y ahí descubrí el gusto del placer por los hombres. Mi verdadera vocación de mujer. La misma que hoy dignifico sin censura pero con orgullo”. A partir de ahí yo ya no pregunto. 

“Bis bis” me allana la tortura a un camino desconocido, y le dejo fluir la narrativa clara que expresa con absoluta naturalidad. “Guanajuato me llevó a terminar la preparatoria. Llegar a la mayoría de edad. Abandonar el hogar y luego estudiar cultora de belleza”. Se arremolina en su asiento logrando trenzar sus bien torneadas piernas, y deja ver un escote que asoma, el comienzo de un par de senos que mi malicia, ignorante, hace dudar en ser reales.

Por primera vez, “Bis bis” demuestra flaqueza en su voz, y un dejo de tristeza en su mirada. “En Guadalajara tuve la fortuna de conocer a Samuel, un colombiano “precioso” que pertenecía al cartel de Pablo Escobar Gaviria. Mientras él viajaba entre México y Bogotá yo asistía a la universidad donde me matriculé en alta cocina europea. Me daba todo a lo que podía acceder y sentía mi existencia por las nubes. En esa época tuve la fortuna de viajar por varios países de Suramérica. Hasta que un día la realidad me despertó con la noticia de su muerte. Había caído junto con el comando de Don Pablo (Escobar) en las llanuras de Cali, donde asesinaron a la mayoría de ellos. Esos tiempos me crearon una depresión que me tuvo en las puertas de la muerte. Hasta que conocí en la Ciudad de México a un joven comerciante de computadoras que fue mi “compañero” por dos años y con él vine a vivir a Cancún”. 

“Bis bis” retrata sus labios por un espejito, y con delicadeza desliza el lápiz para repintarlos de un rojo intenso. En tanto sus uñas denotan un trabajo meticuloso y paciente en el decorado de una pequeñas obras de arte en cada dedo. Y afirma. “He decidido no volverme enamorar jamás. Sólo amoríos ocasionales. 

“Como ve que aquí en mi salón atiendo a políticos y  religiosos. Y a veces éstos son los más depravados. Exigiendo que les hagamos cosas inimaginables, pero eso sí pagan muy bien por su silencio. Usted sabe, estas cosas cuestan mucho dinero; a mí una operación “jarocha” (cambio de órganos sexuales) me costó casi 100 mil pesos. Y este saloncito no da ni para comer”. 

“Bis bis” confiesa: “Jamás me  habían hecho hablar de mi vida como en esta ocasión, pero lo que sí puedo afirmarle es que lo más hermoso que me ha ocurrido en esta vida es haberme dado la oportunidad de ser mujer de tiempo completo. Aunque muchos  se burlen de nuestra condición”.

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