En la historia de España, del Renacimiento a nuestros días (en la cual estamos inscritos, para bien y para mal, los mexicanos), la monarquía ha jugado un papel sin duda importante y llenan incontables volúmenes los análisis políticos y económicos que cubren del final de los Trastamara hasta la actualidad de los Borbones.

Si el reinado de Enrique IV de Trastamara culmina con fratricidio y guerra de sucesión de la cual es víctima su hija, llamada despectivamente la Beltraneja, el arribo del primer Borbón, Felipe V, fue marcado por la sorpresa y la paradoja. El francés Felipe de Anjou, con 17 años, no esperaba heredar a su tío Carlos II, y su llegada marcó el final de un barroco español tan decadente como rico en arte, para dar lugar a una Ilustración lastrada por el despotismo de su abuelo Luis XIV, el de la frase “el Estado soy yo”.

Comenzó entonces una guerra que perderían los catalanes en 1714 y cuyas heridas están presentes en la memoria y, cuatro siglos después, en las actuales manifestaciones de separatismo. 

Una larga y compleja historia para tan pocas líneas, de la cual sólo quiero rescatar que, desde Felipe V hasta hoy, los Borbones españoles han querido disfrazar de ilustración y campechanía sus añoranzas de absolutismo y su tendencia al pillaje.

En 1873, los españoles se dieron cuenta de que no necesitaban reyes y se proclamó la I República, de corta duración porque las derechas golpistas reinstauraron a los Borbones hasta 1931, en que se proclamó la II República.

Vino el golpe de Franco que tampoco necesitaba rey y calladito se fue colando Juan Carlos I, quien no tuvo más remedio que ir hacia la monarquía parlamentaria que hoy existe.
Pero las tendencias no se quitan y los Borbones en los últimos años han sido desastrosos, sobre todo por las trapacerías del duque de Palma, Iñaki Urdangarin, y de su esposa, la Infanta Elena, así como las cazas furtivas del rey, su padre. Al grado de que se han vuelto uno de los factores principales para el advenimiento de una III República.

Por ello la Sociedad de Amigos de la República Española, en México, decidió nombrar a los Duques de Palma “socios honorarios, en reconocimiento a su labor ardua y constante por dar a conocer el auténtico carácter, valores y tradiciones de la Casa de Borbón”.

Se dice que los Borbones se han vuelto republicanos.