Bravas

El argumento peligrosamente retrógrada con el que le negaron la graduación a las chiapanecas nos deja ver que aún queda mucho camino por recorrer en el tema de igualdad de género.

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Sobre lo acontecido en el poblado de Nichnamtic, municipio de San Juan Chamula, Chiapas, en donde una autoridad municipal se opuso a que se realice una ceremonia de graduación pública de 67 mujeres adultas que concluyeron su secundaria, destaco lo siguiente:

Artículo tercero de la Constitución.- Todo individuo tiene derecho a recibir educación, esta desarrollará armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia. 

Durante las últimas décadas del siglo 20 se dieron avances en la vida de las mexicanas, como el aumento en el nivel educativo cuando las mujeres alcanzaron a los hombres en casi todos los ámbitos de la educación formal.

El argumento peligrosamente retrógrada con el que le negaron la graduación a las chiapanecas, el de creer que es vergonzoso que mujeres embarazadas estudien, o pensar que sólo sirven para la cocina y para trabajar el campo, nos deja ver que aún queda mucho camino por recorrer en el tema de igualdad de género. 

Los números tristes indican que de las 57.4 millones de mujeres que vivimos en México, muchas enfrentan retos como la desigualdad en el empleo y la violencia doméstica; 6.4 millones de todas ellas viven en pobreza extrema.

Las mujeres no sólo servimos para la cocina o para el campo; también estudiamos, trabajamos, exigimos, protestamos, cuidamos, defendemos, dejamos huella. Participamos activamente en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política.

Hay etiquetas denigrantes como arpías, brujas, viejas, traumadas, desgraciadas, solteronas, amargadas; que quedan disueltas ante el aplomo con el que nos estamos ganando a pulso los mejores puestos en un mundo competido y dominado por los hombres. No es casualidad que las menciones honoríficas de las universidades las tengamos las mujeres; como tampoco es casualidad que haya científicas, premios Nobel, activistas, medallistas olímpicas, escritoras, presidentas de naciones. 

Nunca una mujer que no quiera quedarse analfabeta y en la ignorancia será una vergüenza para México.

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