¡Bravo!

La Presidencia de la República enfrentó inteligentemente, desde mi punto de vista, las amenazas del tuitero...

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¡Pues resulta que salió bravo el huerito! Pero, ¿saben cómo se le combate? Con confianza.

En abril de 2015, en dos semanas consecutivas hablé de este valor, y así titulé aquellas columnas. En ellas refería con preocupación cómo iba cayendo el índice de confianza en nuestro presidente, Lic. Enrique Peña Nieto, y destacaba la necesidad y conveniencia para todos de recuperarla, restablecerla. Y esto que escribo no pretendo que sea una defensa de la persona en quien recae la institución llamada Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, no deseo defender al Lic. Peña, ni él me lo ha pedido, ni creo que le sea de gran utilidad que yo lo intente siquiera, pero insisto en que la confianza es absolutamente necesaria.

El problema radica en el modo en que podemos empezar a cerrar esa enorme brecha que se ha abierto entre gobernantes y gobernados, cómo escapar a la tragedia que nos impone ese vicioso círculo en que caemos cuando nos preguntamos: ¿Y quién empieza?

En los cerca de dos años que han pasado desde que escribí aquellas opiniones, el índice de confianza hacia el presidente continuó su deterioro hasta llegar a un paupérrimo 12% en los primeros días de este 2017, ya prácticamente en nocaut técnico debido a la estocada que le significó un pésimo manejo de las “explicaciones” pretendiendo justificar los aumentos a los combustibles.

Y de repente asoma con amplio protagonismo en la escena mundial el magnate que ahora, además del poder que le otorga el dinero, asume el poder político, y decide enfilar casi todo su inventario de bravura hacia nuestro país. Eventos que rayan en espectáculo hemos venido observando durante toda esta semana.

No me alcanzaría este espacio para analizar uno por uno los acontecimientos, solamente deseo expresar que veo en lo ocurrido y en este preciso momento una magnífica oportunidad de rasgar el perímetro de ese círculo vicioso, abrirlo y tomar esa línea que continuamente regresaba al mismo punto, para convertirla en una línea recta, afilar uno de sus extremos y usarla como lanza que se abre camino por el aire hacia un claro objetivo.

La Presidencia de la República enfrentó inteligentemente, desde mi punto de vista, las amenazas del tuitero y el Lic. Enrique Peña Nieto dirigió un mensaje en el que abandonó los titubeos y el nerviosismo con que pronunció el discurso posterior al alza de los energéticos, para ahora sí ofrecer un mensaje claro, firme, y lo más importante, en el sentido correcto. Esta acción le ha valido, aunque no exento de críticas y desacuerdos, una general aprobación. Por mi parte le envío un sonoro ¡Bravo!

Creo que es momento de unirnos todos, y otorgar un poco de confianza, pero no toda ni incondicional, sino que, al contrario, sea el motivo para exigir compromisos verdaderos y notorios para resolver algunos de los grandes problemas que nos aquejan, como la corrupción por ejemplo. ¿No crees?

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