La cabeza de la bruja

Los martes y viernes, a la hora de la cena, la joven esposa le daba un brebaje a su marido que lo dejaba dormido.

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En un pueblo de Yucatán hubo un matrimonio joven y feliz. Poco después el marido empezó a enfermarse y a perder peso. Fue a consultar a un curandero y éste le dijo que su esposa era una bruja. Que los martes y viernes, a la hora de la cena, ella le daba un brebaje que lo dejaba dormido.

Para saber lo que hacía su mujer, el joven no tomó la pócima y fingió dormir. Llegada la medianoche, ella dio nueve volantines al revés, se quitó su cabeza  y la puso en un rincón. 

En eso pasó otra bruja y salieron juntas. Ambas lucían muy lindas pero sólo para seducir a los hombres. Se burlaban de las novias y esposas. A las 4 horas de la madrugada regresó la joven, dio otra vez los 9 volantines invertidos y luego se colocó su cabeza.

Al amanecer el muchacho contó todo al curandero. Este le dio una pasta preparada con sal, miel y ceniza. Cuando se repitieron los actos de la bruja, el esposo untó la pasta mencionada en el cuello de su mujer.

Al regresar, la bella muchacha trató de encajar su cabeza al cuerpo pero no lo logró. Dicen que ella suplicaba el perdón, pero el muchacho, llorando, dejó morir el cuerpo. La cabeza se fue al monte y sigue asustando gente.

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