Calle 60 con 65

El Candado, era una soberbia construcción de tres o cuatro pisos de estilo porfiriano donde funcionaba una ferretería en cuya entrada principal había una cerradura colgando de un tubo.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El otro día, revisando entre las cosas del viejo gruñón –desde que murió no me había atrevido a dar ese paso porque no estaba preparado mi corazón para ello- me encontré decenas de fotografías de cuya existencia nunca me habló el tipo.

En muchas estamos ambos, jóvenes y fuertes –eso de fuertes es un decir, porque nunca pesamos más de 55 kilos-, pero la mayoría son de una Mérida que está enterrada bajo toneladas de desidia, escombros de la historia y feos edificios “modernos”.

En una de esas fotos –en blanco y negro casi todas- está el local de El Candado. No se si haya alguien que se acuerde: era una soberbia construcción de tres o cuatro pisos de estilo porfiriano en la calle 60 con 65, donde funcionaba una ferretería en cuya entrada principal había un  candado colgando de un tubo a unos metros de la acera. Muchos años después fue el cine Aladino, que contó con lo más moderno en el ramo. Hoy es de una cadena  nacional de tiendas.

En la misma foto, apenas se vislumbra el inicio de larga fila de puestos de madera que eran conocidos como Baratilleros, donde lo mismo encontraban nuestros padres camisetas de algodón que zapatos y ropa buena y barata. Uno de los puestos que más me gustaba era de un señor al que le decían Estoraque, quien vendía deliciosos “milos” frappé.

Ya les iré contando qué más hay en ese álbum del viejo, que de Dios goce.

Lo más leído

skeleton





skeleton