Camino al Estadio Azul encuentro en mi teléfono una encuesta muy divertida que me envía Federico Berrueto.

Según esto (800 entrevistas telefónicas, nacional), 62 por ciento de los ciudadanos pensaban que Cruz Azul ganaba el partido de anoche y 55 por ciento que Cruz Azul terminará siendo campeón, contra 40 que se inclinan por el América.

Hay un tercer dato, el periodístico: 78 por ciento de los entrevistados aseguraron que escucharán los partidos por radio o lo verán por televisión.

Ocho de cada diez mexicanos acompañarán de alguna forma la final del futbol mexicano. Apabullante. Solo 15 por ciento de los encuestados respondieron que los tiene sin cuidado. Diminuta minoría.

Recuerdo otro jueves de liguilla contra el América camino al Estadio Azteca, año 1979 quizá, cuando la segunda generación campeona del Cruz Azul, la del Wendy Mendizábal, Nacho Flores, Chaplin Ceballos, Pelo Amarillo Lugo. Cursaba la universidad e ir a un partido de futbol era un poco pecador, infiel. Era ponerse del lado erróneo, colaborar en la propagación del opio del pueblo. ¡Uf!

No había encuestas entonces. Tal vez los números generales habrían sido parecidos a los que me mandó Berrueto. Pero las cosas eran distintas.

Por fortuna, treinta y tantos años después es ocioso renegar de que ningún deporte ha contribuido más a la sociología que el futbol.

O tratar de ridiculizar ideas como, por ejemplo, la del cronista español José Sámano: el futbol es una catarata de angustias, alegrías, baches y podios.

Por no hablar de Valdano y sus conceptos de que el juego sirve, esencialmente, para amigarnos con el otro.

Viva el triunfo cultural. Y que esta vez la encuesta sea impecable.