Campañas y estrategia

El PRI, como partido popular, confía más en el trabajo con la estructura territorial y la propaganda cara a cara; caminando por las colonias y escuchando a la gente.

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Al día de hoy se ha consumido la cuarta parte del tiempo de campaña rumbo a las elecciones del 7 de junio y, en el caso de la disputa por Mérida, comienzan a notarse las diferencias sobre la orientación  y el contenido de la plataforma de los candidatos; donde los partidos políticos, ideología, estructura, directiva, comienzan a ejercer su influencia sobre los candidatos.

Si bien la popularidad, el conocimiento que la gente tiene de los candidatos, seguirá incidiendo hasta el día de las votaciones, quienes llevan el pulso y dirigen las campañas, “cuartos de guerra”, intentarán modificar o consolidar la tendencia que muestran los indicadores, encuestas y “grupos de enfoque”, destacando las fortalezas y minimizando las debilidades de sus candidatos, así como aprovechándose de los errores que puedan cometer sus contendientes.

Es indudable que al presentar su declaración de bienes y solicitar a la autoridad electoral la organización del debate entre todos los candidatos, Nerio Torres (PRI) puede ser visto como quien tiene la iniciativa estratégica, de acuerdo con el rol  que le corresponde a los partidos de oposición; en tanto que Vila (PAN) causa la impresión de ir a la zaga, pues, antes de convencer a la gente de la pertinencia de sus propuestas, se ha visto obligado a asumir su función de partido en el poder, al tener que defender a la administración de Barrera.

Ana Rosa, por su parte, parece aprovechar muy bien su posición de “caballo negro” o “tercera en discordia” manteniéndose segura de sí misma y un tanto ajena a la beligerancia propia de los tiempos electorales, optando por la reserva en cuanto a sus propuestas. Probablemente se  prepara para el debate con los demás candidatos, donde sacará a relucir la gran ventaja que le otorga la experiencia de haber gobernado la ciudad por dos períodos… y haber salido bien.

La escisión de la izquierda puede mermar el apoyo popular para su causa; toda vez que el PRD es un partido con mayor organización y arraigo que Morena, sería un error  replicar aquí la guerra sucia que, entre los dos partidos, alcanza niveles de escándalo en el DF.

Por otra parte, los partidos siguen siendo congruentes con su historia, pues, por ejemplo, el PAN da cuenta que es un partido de “cuadros” cuando Vila le da preferencia a la reuniones con las élites de las cámaras empresariales y los sectores pudientes; utiliza palabras rebuscadas y recurre al mitin con sus figuras nacionales para darse impulso, poniendo sus esperanzas en la propaganda de aire.

El PRI, como partido popular, confía más en el trabajo con la estructura territorial y la propaganda cara a cara; caminando por las colonias y escuchando a la gente, incluso tomando nota como muestra de respeto a sus interlocutores. Así, Nerio ha superado con creces su desempeño anterior, lo que ha motivado, me comentan fuentes confiables,  serias preocupaciones del “war room” panista, pues consideran que, de mantenerse la tendencia, aumentan sus posibilidades de triunfo, en tanto que Vila podría quedarse rezagado.

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