Cantina La guerra de Corea

A los mexicanos nos venía valiendo gorro que el PAN, en su vía crucis post Jelipillo, se debatiera sobre las bondades de la Candelaria de los Pactos por México.

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Mojándonos los sabañones y los adoquines en Kafkapulco en la azotea en Semana Santa, a los mexicanos nos venía valiendo gorro que el PAN, en su vía crucis post Jelipillo, se debatiera melodramáticamente sobre las bondades de la Candelaria de los Pactos por México (pobres choznos de Gómez Morín, Maquío y Castillo Leperaza, tener que decidir su destino entre Madero que sospecha que el pacto es un cuatrote, y Molinar Horcasitas —el héroe de la Guardería ABC— que se renta de valet parking en Los Pinos); lo que realmente nos distraía de nuestro cotidiano cultivo de la güeva era la duda existencial sobre si el América-Chivas iba a estar mejor que el clásico Corea del Sur vs Corea del Norte.

Tanto nos atormentaron con las amenazas nucleares, allá donde la Samsung le gruñe a Kim Jong-un que a lo mejor lo que quiere es su Galaxy S3, que hasta se nos olvidó el eterno bolero de las reformas estructurales. Era tal la paranoia que aquellos que creían que Sean Penn era la capital de Vietnam, ya hasta dicen Pyongyang de corrido y sin equivocarse. Sobre todo porque resultaba extraño quedar en medio de una guerra entre el capitalismo salvaje y el comunismo primitivo como si estuviéramos en la crisis de los misiles con Kennedy y Nikita Kruschev incluidos.

Algo tendrá que ver el calentamiento global, porque estos conatos guerreros hacen ver a la guerra fría como una guerra tibia. Tan así que ya ni quien se acuerde de la maestra Gordillo, ni de la supuesta privatización de Pemex y de los encantos de papaloy de Robero Deschamps como gran contramaestre del charrismo sindical. Es que ya veíamos el caldo de oso de Caleta-Caletilla y de Tepetongo a tepetonguear convertido en chapopote radioactivo, y hasta los matarifes de Chihuahua-Coahuila-Guerrero y varios más organizando sus grupos de autodefensa con trajes de asbesto hechos en Chernobyl.

No se entiende por qué Peña Nieto, en vez de tenerlo de ocioso desprestigiando al panismo, no mandó al ex presichente Fox a la zona del conflicto a arreglar el asunto en 15 minutos. No con sus dotes diplomáticas, sino hablándoles a los coreanos de su idílica visión de las lavadoras de dos patas.

Lo que era el nombre de una cantina de película de Viruta y Capulina, La guerra de Corea, se convierte en cortina de humo para la muy humanista imagen de 28 millones de trabajadores que se quedarán sin Afore porque, gracias a la buena administración, el futuro ya nunca será lo que era.

www.twitter.com/jairocalixto

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