Caracola y la impaciencia de Elena

Espabilar es avivar y ejercitar el entendimiento o el ingenio de alguien; hacerle perder la timidez o la torpeza.

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Hasta la semana reciente, Caracola venía siendo por casi 14 años una pequeña pero acreditada maternal Montessori de la colonia Nápoles, en la Ciudad de México.

De sus poco más de 160 egresados (14, 15 por ciclo) no se sabe de una sola denuncia penal por supuestos maltratos infantiles y ninguno de sus padres detectó algo por el estilo.

Hoy su directora, Elena López Fernández, es acusada de haber cometido un delito equiparable a “violencia intrafamiliar” contra un pequeño de tres años.

La “evidencia” es un video de 14 segundos, tomado desde una casa vecina, en que durante quizá tres o cuatro se ve a la señora dar unas palmadas en las mejillas al menor y sacudirlo de los brazos (el resto es ella agitando los suyos al aire), al tiempo que le grita: “¡Espabílate, estás vivo, muévete…!”.

Subido a las redes sociales, el incidente desató un linchamiento público: Elena es “bipolar” y contumaz “abusadora”.

Replicado con adornos, el video es precedido por imágenes de niños con los ojos amoratados, o se suben animaciones con fotos de quien pareciera ser la profesora garroteando y embutiendo (con una regla usada como cuchillo) a un pequeño en una salchicha.

Entre las patrañas que corren está la de que López Fernández, cual policía torturador, mete en agua las cabezas de los niños.

Luego de casi 14 años en que nadie se quejó, a finales de julio de este año, los padres de otro menor llevaron a su hijo a cortarle el pelo, y el estilista “detectó puntitos de sangre” en el cuero cabelludo, de donde resultó una denuncia formal contra la directora, por “arrancarle un mechón” el día previo.

El video de la zarandeada sirvió a la Procuraduría del DF para actuar de oficio, y los padres del niño levantaron su respectiva denuncia.

De otras dos acusaciones, no se sabe levantadas por quiénes ni por qué, Elena se enterará este lunes.

Vale la pena detenerse en el video que desató estas denuncias.

La directora grita: “¡Espabílate, estás vivo, muévete…!”.

Espabilar es avivar y ejercitar el entendimiento o el ingenio de alguien; hacerle perder la timidez o la torpeza. Sacudirse el sueño o la pereza.

¿Qué hacer con pequeños apáticos (que muestran impasibilidad del ánimo, dejadez, indolencia, falta de vigor o energía), nada o poco animados para realizar actividades formativas?

Elena dice que el niño “abusado” presentaba ese triste cuadro desde hace… ¡ocho meses! (para comprobar lo cual quizá tenga como testigos a otros profesores), y que ese día, al ver su inactividad en el aula de trabajo, lo llevó al patio para que hiciera ejercicio, pero que él, llorando, dejó de hacerlo y volvió a su habitual desgano.

Aun aceptando que la profesora se exasperó, ¿de verdad es para lincharla y cerrarle la escuela por hacer a gritos un desesperado llamado a que la criatura se espabilara; que le recordara que está vivo y ordenarle que se moviera?

Con presunción de inocencia, cabe inclusive la posibilidad de que muchos de los egresados de Caracola guarden un recuerdo grato hasta de las impaciencias de Elena…

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