Casa con IVA

Para la inmensa mayoría de la gente, que no puede ni soñar con pagar una vivienda de contado, el nuevo IVA significaría pagar más de un 25% extra por adquirirla.

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En México hacen falta algo más de 9 millones de casas. Es decir, más de 35 millones de mexicanos viven en condiciones de carencia que van desde la falta absoluta de vivienda, hasta ocupar casas hechas de materiales temporales. De las restantes dos terceras partes de la población, el 75% vive en casas de $600,000 o menos y para la inmensa mayoría adquirir una casa es algo que se hace con modestia, una vez en la vida, y que se paga por muchos años.

El gobierno federal tiene como uno de sus objetivos expresos “Reducir de Manera Responsable el Rezago de Vivienda (sic)”. Es cierto que nunca ha explicado cómo sería reducir de manera irresponsable el rezago en cuestión, pero en ningún caso parece que un nuevo impuesto pueda contribuir a la tarea.

Es entonces incongruente que se proponga gravar con el IVA a la compra de casas-habitación y a los intereses de los créditos hipotecarios. Para la inmensa mayoría de la gente, que no puede ni soñar con pagar una vivienda de contado, esto significaría pagar más de un 25% extra por adquirirla. Aquella bonita casa de $800,000 costará ahora $200,000 más, que sumados a los intereses que de por sí habría que pagar llevan a un total cercano a los $2,000,000.

El nuevo impuesto cancelaría para muchos la esperanza de adquirir una casa alguna vez en la vida, en tanto que para otros significaría postergar el proyecto o comprar una que satisfaga deficientemente sus necesidades. El rezago, lejos de disminuir, se incrementaría.

En la iniciativa se afirma que la actual exención implica “que la enajenación de propiedades de alto valor [...] se beneficien (sic) de esa medida”, y para evitarlo propone que se le cobre a todo el mundo.
Tanto esta propuesta como la de cobrar el impuesto a las colegiaturas se sustentan en un falso dilema: como al eximir de pago a los que lo necesitan resultan también beneficiados los que no lo necesitan, entonces es mejor lastimar a los primeros.

Pero la disyuntiva es falsa. En ambos casos quienes pueden pagar sin resultar lesionados son los mismos: los que obtienen altísimos beneficios de un sistema económico que los favorece mucho más que a los demás. Y para que este pequeño grupo pague lo justo no hay que gravar las casas de todos, sino tan sólo las ganancias de esas mega-empresas.

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