Como ayer se anticipó aquí, quienes hace dos semanas tomaron por la fuerza las oficinas del CCH en CU acataron el emplazamiento de la Rectoría, las devolvieron anoche, acordando que hoy (se supone que a partir de las dos de la tarde) se pondrán a negociar con sus autoridades una salida que les resulte lo menos deshonrosa posible.

Tratarán de obtener “de lo perdido lo hallado” con garantía de impunidad: ninguno será sujeto de represalias académicas o acusaciones penales.

El cántico (de 1883: himno de obreros polacos traducidos como Marcha triunfal en la Guerra Civil española) que tararearon al ceder la plaza (versos parecidos entonaron los normalistas rurales michoacanos, también renuentes a estudiar inglés) ayudan a entender su causa:

Negras tormentas agitan los aires/ Nubes oscuras nos impiden ver/ Aunque nos espere el dolor y la muerte/ contra el enemigo nos llama el deber...

Que se sientan impedidos de “ver” y que aguarden “el dolor y la muerte” parece descabellado, pero actúan como si de verdad lucharan “contra el enemigo”.