Chapitos sin fuga

Era tan esperada la captura, que sin duda es atribuible a las reformas estructurales y a las tortas de chorizo que se llevó Barack Obama.

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Cayó el América, Telegram y WhatsApp, se calló el mariachi de Sochi, el padrotísimo Hohenlohe y cayó El Chapo Guzmán, todo en un fin de semana, qué bonito es lo bonito. Todo eufórico, el régimen tricolor celebraba por todo lo alto, solo le faltó decir que el beso de Miley Cyrus y Katy Perry fue por celebrar tan gran hazaña policiaca del Estado mexicano.

Gratísima sorpresa la captura de El Chapo. La patria ya está tranquila, ahora los niños podrán estar serenos en la calle, las mujeres no temerán por su incierto destino y los hombres de buena voluntad encontrarán una aviaduría de la estatura de su vida. Bueno, hasta las autodefensas querrán terapia de autoayuda y en cualquier momento se van entregar por solidaridad y vergüenza profesionales.

Era tan esperada la captura, que sin duda es atribuible a las reformas estructurales y a las tortas de chorizo que se llevó Barack Obama, nos devuelve la fe en la humanidad, como cuando López Portillo anunció que era momento de administrar la abundancia.

Ya la oscura sombra bajo la que vivía el país se ha disipado. No nos queda más remedio que vivir en un mundo de caramelo. Que hagan muina los coléricos de siempre, en vez de celebrar que lloren tristes su derrota, ni modo que hasta la captura de un temible criminal les haga daño.

Mientras la patria aplaude a sus héroes y se admira ante las grandes estrategias peñistas, que los sospechosistas y los rencorosos no han dejado de hacer berrinches. Al rato dirán que este Chapo no se parece a Aburto, sino a Cutberto Gaudázar.

Cómo estará la cosa que ahora los panistas ofrecían concordia y pacificación mientras Calderón felicitaba al gobierno, vía Twitter, por agarrar al bandido que se le fue sin pagar a Fox, y que él nomás no pudo apañar ni en sus delirios con michoacanazo incluido. Fue tal su prisa en hacerlo —ya ven que con eso de que le están hurgando hasta las entrañas de sus desfalcos y tiene que quedar bien con Peña Nieto— que los 140 caracteres se le cuatrapearon, felicitando al Ejército y no a la Marina.  

Así, esto generó puras cosas positivas: los blanquiazules, que se venían jibarizando, se abrazaban y felicitaban entre ellos como si ellos hubieran hurgado a gatas en los narcotúneles chapescos.

Lo único extraño es que al poderoso Chapo, al que nos han vendido como el más acaudalado antihéroe habitual de Forbes, viviera en un departamento de interés social en Mazatlán. ¿Adónde se fue el glamour? García Luna Productions lo habría hecho mejor. 

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