Checo Pacheco (II)
Es imperativo considerar al consumidor de manera incluyente y sin estigmas. Tener en cuenta los derechos y las obligaciones para con ellos y el estricto cumplimiento de reglas ciudadanas de ser aprobado el proyecto.
Imposible no aspirar el hornazo a mi alrededor. Checo Pacheco se acomodó y cruzó un pie. Dio un largo sorbo a su vaso y afirmó: Diputados, senadores, comentaristas, periodistas, psicólogos, psiquiatras, terapeutas, médicos, entrenadores de la selección de fut, domadores de leones, alpinistas, arzobispos y curia, presidentes municipales, gobernadores, SCJN, y hasta vendedores de paletas han opinado en los diferentes foros de consulta.
En ese fervoroso a favor y en contra −a falta de antidoping− no hay manera de saber si en el conglomerado de expertos exista quien se dé sus churros. Por tanto, no podemos afirmar que el sujeto más importante en el asunto −el usuario− esté debida y dignamente representado.
Después de una tercera y final dosis, con el semblante serio, el Licenciado agregó: Considere que para la sociedad no es poca cosa el apremiante dilema de discutir la legalización de producir, comercializar y consumir cannabis mientras acusa el lamentable impacto social de las drogas permitidas; a todas luces una monumental tragedia en la salud de los mexicanos.
A lo largo de la discusión la demanda crece y esa tendencia continúa no obstante las políticas fallidas para castigarla. No serán los que se manifiestan en contra los que detengan el flujo de mercancía a millones de aficionados.
Se hace urgente en el discurso la palabra responsabilidad y su total implicación para que se argumente con valor y pragmatismo.
Es imperativo considerar al consumidor de manera incluyente y sin estigmas −la Ley General de Salud considera enfermo al usuario de drogas ilegales, poniendo de lado la definición ante alcohol y tabaco−. Hacer saber de forma muy clara los derechos y las obligaciones para con la comunidad y el estricto cumplimiento de reglas ciudadanas de ser aprobado el proyecto…
Hipnotizado por el efecto pasivo del material didáctico, mi vista divagaba por hermosas pinturas y la sutil iluminación.
Ensimismado, pero muy a gusto, reflexionaba en el significado del tan socorrido “para uso recreativo”. Mi entrevistado hizo silencio y me cedió la palabra, esperando mi aportación. Lo miré largamente.
Finalmente, con vergüenza −debo decir− acepté la realidad y tímidamente balbucí: Me disculpará usted, señor Pacheco, pero ya se me olvidó de qué estábamos hablando.
¡Vaya biem!