Cien horas: no fue atentado

Se tomaron 100 horas para informar que fue un accidente y no un atentado.

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Se tomaron 100 horas para informar que fue un accidente y no un atentado. Es la versión oficial y, por el momento, no puede haber otra.

Quizá futuras investigaciones (periciales, periodísticas) aporten elementos que pongan en tela de juicio lo que informó anoche el procurador general, Jesús Murillo Karam. Lo cierto es que la única investigación desarrollada concluye que lo ocurrido el jueves 31 de enero en el edificio B2 de Pemex fue una explosión difusa provocada por un gas inflamable. Y que no hay rastros de explosivos.

Concluí mi texto del viernes diciendo que ojalá estuviera equivocado, pues todo apuntaba a un atentado. Eso propalaban funcionarios sotto voce, off the record.

No fue atentado. Los peritajes, amén de que nadie lo ha reivindicado, indican que no lo hubo.

Mejor que haya sido así. Es criminal la negligencia que desembocó ya en la muerte de 37 personas, aunque menos, si cabe la gradación, que la de un grupo resuelto a poner un explosivo en un lugar con miles de personas.

Malas noticias para el ex presidente Calderón. Los peritajes apuntarán ahora al pasado inmediato, a las cosas que deberían estar funcionando y no lo estaban. Seguramente serán muy severos.

Buen manejo de crisis del nuevo gobierno. Se repuso con rapidez de los tropiezos lógicos de los primeros momentos del jueves. El viernes en la tarde logró cerrar la llave de la información. Salvo un diario, nadie se aventuró a jugar el viejo juego del hallazgo genial.

A las 100 horas, los funcionarios reaparecieron serenos, sobrios y expusieron bien un dictamen que parece lógico y sólido.

Fue un accidente, no un atentado.

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