Cuando el cuerpo habla

El cuerpo expresa de muchas formas que algo anda mal; puede ser que tengamos un 'dolor inexplicable' en alguna parte, así que no hay que hacernos al sordo.

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Al disociarnos de nuestro cuerpo como si nos fuera ajeno, no lo escuchamos cuando nos habla.-  Therése Bertherat , terapeuta.

Nuestro cuerpo habla, nos habla. Si no lo escuchamos nos ignoramos a nosotros mismos, lo que nos lleva a desconocer síntomas que pueden ser un “SOS” para seguir con vida.

Las señales pueden ser: algún dolor sin causa aparente, taquicardia, sudoración intempestiva, náusea; igualmente nos sobreponemos a un golpe, a una herida y nos engañamos diciendo: “No es nada, ya pasará” y seguimos adelante, siempre adelante, aguantando, porque “el trabajo no puede esperar”, “la casa se caería sin mí”, etc. Tal parece que es necesario desentenderse del cuerpo, perder contacto con él y así forzarlo, sin detenernos para darle lo que necesita.

Curiosamente, las investigaciones muestran que las mujeres son más sensibles a las señales que envía su cuerpo y se ha comprobado cómo los hombres las ignoran y las bloquean.

Estas maneras, en el varón, son parte de la educación machista, modelo adoptado por generaciones, usando el cuerpo como herramienta, como coraza, creyendo que así son más fuertes ignorando temores, dolores y sentimientos que, según muchas creencias, no son masculinos.

Las estadísticas muestran que los hombres mueren más jóvenes que las mujeres. Padecen con más frecuencia infartos o enfermedades cardiovasculares en una proporción de seis a uno respecto a las mujeres.

Hay que cuidar al cuerpo que es un verdadero, único y valioso instrumento de comunicación y, aún más, es “la casa de nuestra alma”. No es el “basurero” de nuestras emociones, sino que es donde se manifiestan. El cuerpo no sólo es para hacer, producir, resistir, vencer, avanzar y trabajar; también se nos ha dado para estar en él, descansar, recibir y sentir placer.

Siempre lo obligamos a actuar, y a estar disponible en cada momento. No somos solidarios con él, es decir con nosotros mismos. Hay que hacerle caso a nuestro cuerpo cuando dice: ¡NO!

Si aprendemos a respetarnos y a querernos desde nuestro cuerpo, descubriremos que cuando dice ¡NO! es sabio, lo dice con razones y que depende de nosotros discernirlas y percibirlas. Lo primero a reflexionar es que nuestro cuerpo no es una máquina para rendir al máximo sino que es un elemento imprescindible, sagrado, del SER HUMANO que somos.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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