No es joya de ninguna corona

Los que llaman a Mérida 'la joya de la corona' quien sentirse lacayos de un régimen monárquico rancio.

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Seguramente, cuando lea esta columna, se sabrá el nombre del ganador a la alcaldía de la ciudad de Mérida. Amén de la trascendencia electoral, me parecen reprobables las diferentes expresiones que se refieren  a ella como “La joya de la corona”.

Entiendo que tal barbaridad es un lugar común utilizado para sugerir que la capital está por encima de todos, menospreciando el resto de los municipios del Estado. Sugerir este inútil y falso concepto de realeza −producto de insensatos rescoldos monárquicos retroalimentados en mentes dispersas− es el resultado de infantes que añoran ser conducidos nuevamente, aferrados a la poderosa diestra del “Padre Gobierno Omnipotente”.

Pasar de ser ciudadanos a súbditos. Que el elegido en los comicios tuviera el derecho a portar una corona en la cabeza.

La fortaleza y participación del votante yucateco durante el pasado junio 7 demuestra que estas fantasías adolescentes, de diademas y joyas, no tendrán cabida nunca más en el ánimo ciudadano.

Ser alcalde de Mérida implicará considerar para la ejecución de proyectos no sólo los propios planteamientos de campaña. Requiere reflexionar las propuestas y demandas populares que los demás candidatos obtuvieron en su experiencia con la población.

El funcionario público es un empleado sujeto a la ineludible tarea de privilegiar su accionar en beneficio de todos. Aunque se ha dicho lo anterior hasta el cansancio, parece ser que muchos presidentes municipales y regidores son lo suficientemente estúpidos o sinvergüenzas para hacer caso omiso del cívico reclamo.

Mucho hemos trabajado los ciudadanos en consolidar la transición política en México. Estamos preparados para impedir que los elegidos se distraigan en ensoñaciones de feudos y siervos. Evitar que sean protegidos por la zalamería de la prensa  subordinada y los colaboradores achichincles que limpian con la lengua el camino por donde camina el superior, mientras entonan: “Sigue siendo el rey”.

Una vez con la información completa de la nueva situación política en Yucatán, habremos de hacernos responsables de cooperar con los ayuntamientos. Ser ciudadanos valiosos, limpios, educados, comprometidos de nuestros actos. Sólo así impediremos la regresión cavernaria del que suspira por jugar nuevamente a los espadazos con sus mejores amigos.

 ¡Vaya biem!

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