Confianza (I)
Se atribuye a Décimo Junio Juvenal la frase: “Confiar en todos es insensato, pero no confiar en nadie es neurótica torpeza”.
"Este producto no es un medicamento. El consumo de este producto es responsabilidad de quien lo recomienda y de quien lo usa”.
¡Hazme el favor!, la empresa que lo fabrica, vende y obtiene ganancias de él no se hace responsable. Por eso me asombra que mucha gente confíe ciegamente en los productos que ostentan esta leyenda, y que por lo general son suplementos alimenticios o sustancias a los cuales se atribuyen propiedades preventivas de un sinnúmero de enfermedades, incluso graves e incurables.
Por el contrario, muchas veces se niega rotundamente la confianza a personas y en casos en los que ésta es indispensable para alcanzar resultados positivos, como por ejemplo a nuestras autoridades o entre nosotros mismos. Y no deseo debatir aquí sobre si lo merecen o no, tampoco si antes la hemos otorgado y ha sido traicionada, y mucho menos pretendo que esto se constituya en una defensa de los políticos y sus partidos. Simplemente quiero establecer el hecho de que, sin ella, nada es posible alcanzar, absolutamente nada.
Se atribuye a Décimo Junio Juvenal, poeta romano de fines del Siglo I, la frase: “Confiar en todos es insensato, pero no confiar en nadie es neurótica torpeza”.
En las últimas semanas, el índice de confianza en nuestro presidente se ubicó, según una encuesta, en 39 % entre los ciudadanos y en 17 % entre líderes de opinión, además de que un 48 % de los ciudadanos ubican el crimen como el principal problema de México y el 63 % de los líderes de opinión opinan que es la corrupción.
El 15 de febrero, un mes antes de que esas cifras llegaran a ese nivel, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo: “Más allá de la aprobación de reformas económicas, el gobierno de Enrique Peña Nieto debe tener como prioridad la restauración de la confianza de la sociedad mexicana”. Creo que tiene razón.
Al continuar la caída, el presidente declaró: “No trabajo para mejorar o revertir índices de popularidad, lo único que me interesa es que a México le vaya bien”. Creo que se equivoca, ese índice no es de popularidad, sino de confianza, y la mala noticia, para él y para todos nosotros, es que no le irá bien a México sin confianza. Y, en mi opinión, no es solamente un problema de Enrique Peña Nieto, lo es también de todos los mexicanos.
De modo que no sé qué vamos a hacer, pero tenemos que encontrar el modo de restablecer esa confianza.
Ciertamente Enrique Peña Nieto no es un medicamento, confiar en él es nuestra responsabilidad, respondernos a los mexicanos con honor es la suya.