No tiene sentido
Hemos convertido a la depresión en una enfermedad crónica mundial y contagiosa, una pandemia por un porvenir incierto que aterra y destruye.
Tengo que afirmarlo: la vida no tiene sentido. Nacemos para que no mucho después nos enteremos de que lo único certero es la muerte, que no importa lo que hagamos pereceremos; pasamos la mayor parte de esa vida trabajando para otros o incluso siendo nuestro propio esclavo del dinero, pues pese a que no es la felicidad sí que ayuda, nos bañamos en estrés, miedo e ira, olvidando un secado con alegría.
Hemos convertido a la depresión en una enfermedad crónica mundial y contagiosa, una pandemia de desánimos y tortura por un porvenir incierto que aterra y destruye.
Vivimos en la búsqueda de amor sin encontrarlo al no abrir los ojos en una vida que parece una batalla de “peros” y pretextos cuando nos vemos fracasar, cuando no alcanzamos lo que más queremos y entonces dejamos de intentarlo; olvidamos que somos los que conducimos el timón del barco, los guionistas de la obra; perdemos la idea de que la vida es un libro con páginas en blanco y que nosotros con una tinta llamada actitud podemos escribirla tan positiva y trascendente como queramos; pues la vida y nuestras metas no tienen que acabar si realmente queremos continuarlas con actos que trascienden; recuerda: “Saber que se puede y querer que se pueda”.
El mundo no está hecho, nosotros lo construimos día a día y es cuestión nuestra enfrentarnos a los miedos o arrodillarnos frente de ellos. La sociedad causa tendencias y serán vanas si nosotros, que somos parte de ella, no ponemos una sonrisa positiva llena de humanismo en ella; tomemos las riendas, hagamos magia con la perseverancia y la fortaleza, controlemos nuestra vida con el cerebro y tomemos como guía el corazón como unísono; recordemos siempre, como dije al principio, que la vida no tiene un sentido, tú se lo pones.