La relación de Teotihuacán con Monte Albán y el occidente de Mesoamérica

Una evidencia importante del contacto entre teotihuacanos y zapotecos la podemos ver en un relieve en un dintel de Monte Albán.

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La relación de gran urbe teotihuacana con Monte Albán fue más bien una relación diplomática y sin una connotación militar como sucedió con los mayas del Petén.

Se puede decir que la alfarería teotihuacana no llamó la atención de los zapotecos, como sucedió con los mayas; las evidencias arqueológicas nos permiten interpretar que la moda de la alfarería de Teotihuacán no impactó en los zapotecos. También hay que considerar que éstos, por su cuenta, fueron excelentes alfareros.

Una evidencia importante del contacto entre teotihuacanos y zapotecos la podemos ver en un relieve en un dintel de Monte Albán. Allí se representa una visita de embajadores teotihuacanos, quienes se identifican como sacerdotes y cargan bolsas de copal para presentar una ofrenda. Al parecer, entre los zapotecos y los teotihuacanos predominó una relación de reciprocidad.

Faltan argumentos para entender esa relación tan profunda que propició que en la gran metrópoli teotihuacana existiera un barrio habitado por zapotecos y que durante varios siglos, aun dentro de la metrópoli, mantuvieron sus costumbres, como la de enterrar a sus muertos en cámaras subterráneas, rodeados con vasos de efigies como los hallados en el valle de Oaxaca y no depositaran a sus difuntos directamente en el piso, como lo hacían los teotihuacanos.

La presencia de Teotihuacán en el occidente de Mesoamérica es poco clara hasta ahora.  Se ha mencionado que los teotihuacanos llegaron a sitios como  Zacatecas y Alta Vista, para controlar la circulación de la turquesa y beneficiarse de la actividad minera  de la región. También llama la atención el sitio de Tingambato, en Michoacán,  por tener una arquitectura semejante a la teotihuacana. Pero no hay evidencia cerámica que vincule a estos dos sitios.

En este mismo orden, los núcleos poblacionales de Nayarit, Jalisco y Colima se caracterizan por tener un patrón de asentamiento compuesto de plataformas, plazas circulares, un complejo funerario de tumbas de tiro, manufactura de cerámica realista con  escenas de vida cotidiana y animales que reflejan un estilo regional que los vinculan con los pueblos de la Sierra Madre Occidental y de la costa del Pacífico más que con la cultura teotihuacana.

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