Comienza mal la Cruzada

Ya se había advertido que era indispensable la transparencia en su manejo.

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Con el objetivo de acabar con el hambre en el país el actual Gobierno Federal presentó como programa emblemático de esta administración la Cruzada Nacional contra el Hambre. Ya se había advertido que era indispensable la transparencia en su manejo y blindarlo para evitar ser utilizado con propósitos de control político.

Experiencias anteriores no eran su mejor carta de presentación, ya que el uso electoral de programas sociales –aunque no exclusivo de él– ha identificado el actuar del actual partido gobernante a nivel federal.

Entre las primeras llamadas de atención por parte de diversos actores políticos y sociales ha estado la preocupación por el corte asistencialista del programa y que en el primer grupo de municipios elegidos para su aplicación se excluyera a muchos de los más pobres y la inclusión de varias ciudades con menor índice de carencia alimentaria que casualmente tendrán procesos electorales. Quizás estas apreciaciones sin dejar de ser válidas pudieran caer en el terreno de lo debatible.

Lo que ya no es suspicacia es lo acaecido en Veracruz, donde funcionarios han sido grabados instruyendo el uso partidista de los programas sociales.

Se infiere que lo mismo puede estar aconteciendo en otros Estados. Lo que lamentablemente tampoco es suspicacia es la declaración del presidente Peña Nieto instruyendo a su secretaria de Desarrollo Social a restar importancia a estos hechos, lo que puede ser invitación para que otros funcionarios delincan de la misma manera.

Ya no se trata del error humano de confundir capitales de Estado. Es asunto grave que merece rectificación inmediata.

Eso si se quiere en realidad acabar con el hambre y no utilizar electoralmente la pobreza. Y si bien todos los actores políticos deben ser responsables, se espera que lo sea más quien aplica los recursos y los programas.

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