Cómo enfrentar los dolores del alma

Y la mejor terapia para los dolores del alma será: “llenarnos de Dios y ser buscadores del amor de Dios”.

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Las crisis existenciales o de identidad; los momentos de confusión y extrañeza; las alteraciones del ánimo; los estados de abatimiento, la tristeza o vacío; la angustia.... etc. Todos son cuadros de sufrimiento psíquico y emocional, y en muchas ocasiones son tan intensos como el dolor puramente físico. Son los llamados ¡dolores del alma!

Se trata de un fenómeno psicosomático muy complejo, en el que hay que ponerse en los zapatos de la persona que sufre. En una experiencia dolorosa, desde la más mínima hasta la más insoportable, y está asociada a una experiencia emocional de sufrimiento. Y para mitigar su impacto, el estrés, el miedo y la violencia, vivimos desde el nacimiento poniéndonos una coraza que atenúa el sufrimiento pero que, a su vez, nos limita la capacidad de sentir, de disfrutar y de vivir.

Existen diversas formas de reaccionar ante estos dolores y vivir el sufrimiento, eso depende de la respuesta de cada persona. Depende de los factores culturales, tipo de relaciones y experiencias vividas en la familia y en la escuela. Son los recuerdos y vivencias  en el desarrollo de cada persona.

Así, existen personas que padecen ansiedad o depresión, y en algunas ocasiones dolores de cabeza, cuello o espalda y otras reacciones físicas superficiales. Una fuerte tensión muscular crónica, un temperamento rígido, un masoquismo o histeria, serían manifestaciones de la neurosis que lleva cada persona.

Existen ciertos sujetos que reaccionan en forma diferente. Estos también tienen mucha tensión, pero no son capaces de percibir los avisos corporales de angustia y depresión. Pero al callar sus emociones o no aceptar su realidad, viven en un conflicto mental y emocional, lo cual a la larga va a dañar sus órganos vitales, y llevarles a un shock cardiovascular, a un cáncer o a una depresión.

¿Cómo podemos afrontar los dolores del alma? ¿Cómo podemos minimizar el sufrimiento sin adormecer la conciencia? La respuesta no es fácil pero sí realizable. Hay que afrontar el sufrimiento como un aliado para emprender un cambio. Será compartir nuestra angustia con otras personas íntimas, asimismo, buscando salidas individuales o compartidas desde una posición positiva.

Que nuestros tristes lamentos no inhiban nuestra capacidad de salir adelante. Hay que poner todos los medios posibles para fortalecer nuestra mente y  nuestro espíritu.

Aumentar nuestra autoestima. Hacer ejercicio físico placentero y libre de espacios contaminantes. Llevar una dieta equilibrada. Darle un tiempo al silencio y a la meditación. Tener un contacto íntimo con la naturaleza.

Comprometer a nuestra pareja en disfrutarnos con un diálogo, con respeto y mucho amor. Tener un espacio para nuestra distracción, y convivir con los amigos, así como con los familiares. Participar en actividades sociales y laborales en servicio de la comunidad. Y la mejor terapia para los dolores del alma será: “llenarnos de Dios y ser buscadores del amor de Dios”.

Con todo lo anterior lograremos enfrentar los dolores del alma, y eso nos permitirá gozar plenamente nuestra existencia, sin corazas ni cargas adicionales. Lograremos encontrar alegría en el sufrimiento, y tendremos “un por qué” a nuestra existencia, más que “un para qué” a nuestro dolor.

Tengamos presente que “La esperanza es desear que algo suceda; la fe es creer que va a suceder y la valentía es hacer que suceda”.

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