Comunicación afectiva desde niño

Ahora ni saludan a sus mayores, jefes, subalternos o iguales...

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Hoy más que nunca es preocupante la falta de comunicación, y si a esto le sumamos  eventos circunstanciales, sin duda el resultado constante son los exabruptos, inquietudes, malos entendidos y caras largas. Hemos olvidado, como en otra época, el ir al parque. Agarrarse de la mano y caminar con tu pareja o participar activamente con nuestros hijos en el “día del niño” era lo común. 

¿Te has dado cuenta cuánto nos aísla la tecnología? Sólo basta ver a una familia que viaja en carretera, el papá maneja y escucha la radio o habla por su iPhone (eso sí con manos libres), la mamá no se despega del celular o de la laptop, y los hijos, jugando con el PSP o viendo una película. Nos horrorizamos y satanizamos este actuar,  siendo nosotros quienes provocamos aislamiento interpersonal y, cual jueces ciegos,  recriminamos a los niños que tan sólo imitan acciones y comportamientos de los adultos. ¿Acaso en el trabajo es diferente?.

Baste lo anterior para exhibir el retroceso en las relaciones humanas. Hoy más que nunca añoro el domingo familiar con mis padres o abuelos, donde reíamos, contábamos experiencias y se fortalecía el vínculo fraterno. Por otro lado y si de medicina hablamos, nos obligaban a utilizar lenguaje coloquial y asequible al momento de atender a algún paciente, explicarles sobre su enfermedad y precisar instrucciones para cumplir con su tratamiento, lo cual era un arte. Ah, por cierto, ¿se acuerdan cómo dábamos los buenos días hasta al “cochero” y brindábamos una sonrisa a quien se atravesara en nuestra camino? Ahora ni saludan a sus mayores, jefes, subalternos o iguales.

Hoy, si tenemos suerte, podremos “charlar” con los hermanos y familia a través del mensaje, el WhatsApp o Facebook. Toda la vida estamos corriendo, no tenemos tiempo para sentarnos y lograr que nos escuchen y entiendan nuestros hijos, pacientes o compañeros de trabajo. Los avisos escolares llegan por internet al igual que las calificaciones. Cuando el enfermo nos pregunta o increpa sobre determinada indicación para recobrar la salud, le respondemos: Está escrito claramente en su hoja de egreso”.

¿Qué está pasando? Pues se nos está olvidando que la comunicación implica sentimientos, lenguaje corporal, tonos de voz, entorno, vivencias, matices y calor de la voz humana. No destruyas uno de los últimos remansos que separan al ser humano de los animales inferiores. 

Recuerda que la comunicación debemos usarla como herramienta de construcción y  evitar convertirla en vehículo de destrucción. Empieza hoy, abraza y charla con tu hijo.

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