Con Granier la vida es más escabrosa

Fue tan prolongada la sesión de Granier en la Seido que cualquiera diría que le preguntaron por el incierto destino de los desaparecidos en el after.

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Se dice que en un momento de su interrogatorio en la Seido como haiga Seido, el químico Granier callaba y miraba al cielo para que no lo vieran llorar, y al ritmo de Alaska y Dinarama se preguntaba aquello de “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?, yo que te hubiera llevado hasta el PRI, sé que te arrepentirás”, amenazando a Arturo Núñez, al PRD, a Morena, a El Peje, más lo que se acumule esta semana, luego de aquel suplicio. Sobre todo, porque no le sugirieron siquiera que llevara batas, pijamas y pantuflas por si la tertulia judicial se extendía. 

Fue tan prolongada la sesión que cualquiera diría que le preguntaron al líder de la Sociedad de ex Góbers Puercos por el incierto destino de los desaparecidos en el after (quizá pensaban que estos chicos podrían estar escondidos en unas cajas de huevo Bachoco), pero sobre todo acerca de la selección nacional y su papel en la Copa Confederaciones.  De hecho, se hizo una encuesta sobre quién goza de mayor confianza entre los mexicanos, si Granier o Chepo de la Torre. Por supuesto, ya puestas las cosas en ese nivelazo, todos estuvieron con el químico.

Hubo quien no aceptó ni a uno ni otro, pero concluyeron que siempre nos quedará Moreira. O el distinguido cuerpo de colaboradores de don Etilio González Márquez que, a juzgar por la manera en que se desenvuelven los descubrimientos de sus desfalcos, se podría pensar que el tabasqueño pasará de pez gordo a triste charal.

Aunque en este país donde la corrupción es disciplina olímpica, de cualquier manera habría que cooperarnos para ofrecerles a los góbers una serie de cursos propedéuticos para que aprendan a atascarse con cierto estilo y elegancia cuando haya lodo. Algo que logre morigerar sus apetitos; digo, si van a cometer peculado, que sea no solo conforme a derecho, sino que no hagan ver a López Portillo como un principiante.

Comenzando, sin duda, por amarrar a sus juniors, que quieren pasar de la clase media (la que según los nuevos parámetros del INEGI se logra cuando al menos te alcanza para las tortas y los chescos) a la abundancia sin saber leer ni escribir.

Hay otra línea de investigación que afirma que en la SEIDO, en vez de cuestionar al Yo sí me llamo Granier por el origen de su fortuna, mejor jugaron cartas de prendas con su insólita persona. Por eso lo dejaron ir, porque con tanta ropa que tenía para apostar, les ganó en el conquián.

Por esas y otras cosas más, para la próxima Granier de güey se regresa de Miami. 

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