Con licencia para golpear

Para pocos es desconocido que la conocida agrupación chafiretil tiende a ser muy agresiva cuando sus intereses se ven afectados.

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De pronto, la avenida Aviación se llenó de carros y gente con cara de pocos amigos. Quizá eran dos contra 200. Lo bajaron del vehículo y le dieron una buena surtida de golpes; el automotor fue parcialmente dañado. Las placas, arrancadas; los vidrios, rotos y astillados. Un tipo de gran volumen, un ejemplar casi salido de la época de las cavernas, no era un neardenthal, pero sí un “miardenthal”, arremetió a patadas contra la nave. La verdad se sentía intocable.

La persecución estuvo de fábula. Muy parecido a los filmes de James Bond, el famoso espía al servicio de su Majestad británica y que han caracterizado actos de excelente talante: Sean Connery; Roger Moore, Pierce Brosnam y últimamente un sádico Daniel Craig, quien con sus actuaciones bien puede parecer un chafirete con tres días de cruda y cazando “piratas”.

En la avenida de los “aviones”, las versiones fueron contradictorias. Aparentemente dos vehículos “corsarios” que venden sus favores a través de modernas aplicaciones tecnológicas en celulares le cerraron el paso a dos naves del llamado Frente Unido de Martillos y Trancazos, les sacaron la lengua, se burlaron y les pintaron con las manoplas el tradicional “gallito inglés”.

Poco antes, los émulos del neardenthal antes citado habían intentado sacar del aeropuerto internacional de Mérida a los carros “piratas” marca “Ubres” ya que, de acuerdo a las leyes mundiales que rigen en Somalia (con raíces tricolores en Yucatán), la llamada competencia ilegal no puede esperar y recoger (sin albur) pasaje, aunque el cliente haya hecho buen uso de su aparato… el de comunicarse, por supuesto, para solicitar el servicio.

En un abrir y cerrar de ojos, las calles que conducían hace varias décadas a los centros nocturnos de alta categoría y otros no tanto, se inundaron de una pila de unidos por el trancazo y le dieron rienda suelta a su genética, aquella de la que siempre han gozado y que se había mantenido en coma inducido.

Después que dos chafiretes burlones de los “Ubres” fueron sometidos y golpeados entre un lote de choferes al que sólo les faltó el garrote –con seguridad los tenían escondidos en sus respectivos carros de alquiler-, ante la mirada complaciente de agentes policiacos federales y estatales, hizo su aparición el jefe de todos los jefes:

-Soy Bond, “Billy” Bond Fernández –dijo tajante no sin una mezcla de soberbia y prepotencia.

Se trataba, nada más ni nada menos, que el líder de la agrupación de los martillazos (por los choferes que laboran los carros de sus patrones) y los trancazos (los llevan, repetimos, en la genética) que soltó sin nada de reparos: “ya se los habíamos advertido, la paciencia tiene un límite y ya se acabó”. Más claro, ni el agua de los cenotes que ahora tratan de rescatar del abandono las autoridades gubernamentales.

Así es, lapidarias palabras del expiatorio líder con licencia para golpear, para “madrear”. Es la genética, pues, aunque suene reiterativo.

Para pocos es desconocido que la conocida agrupación chafiretil tiende a ser muy agresiva cuando sus intereses se ven afectados, En 1990, en las elecciones intermedias municipales, una turba que prácticamente sitió la población de Tetiz hizo todo lo posible para que los comicios naufragaran, ya que la banda de los panuchos tenía amplia ventaja. En la reyerta, una foto publicada en el periódico Novedades de Yucatán, de tan gratos recuerdos, puso como ejemplo a la barbarie. El abanderado de Acción Nacional, Timoteo Canché Tinal, era amagado por un sujeto con una pistola mientras que otro se acercaba para asestarle tremendo batazo, lo que al final sucedió.

En la reyerta del miércoles pasado, el Poder Ejecutivo estatal no tardó mucho en operar. Aunque las demandas de los “Ubres” no prosperen, al menos se ventilará en el Congreso del Estado la iniciativa de reformas a la Ley del Transporte estatal para darle cabida al servicio de taxis vía plataformas tecnológicas, al estilo de Uber y la local Ryde and Go. No tardarán mucho los diputados en votar aprobatoriamente las reformas y, aparentemente, todo tenderá a solucionarse de la manera más amigable.

De tal forma, los “Ubres” deberán cumplir con tener licencia estatal, estar dentro de un padrón legal de taxistas, placas y domicilios locales. Tal como poseen los agremiados de “Billy” Bond.

Algo es cierto: al Gobierno del Estado no le conviene tener encima problemas alternos generados por grupos de taxistas, llámense “piratas” o legalizados. En menos de tres años, habrá elecciones para gubernatura, municipios y diputados. Por lo tanto, la agrupación de los choferes –con sus respectivos martillos- tricolores (unos por conveniencia y otros por institucionalidad) siempre será una pieza clave para las movilizaciones. Algunos le llaman “acarreo”. No hay que ser mal pensados, damas y caballeros.

De todas maneras, ¿qué tanto teme el poderoso Frente Unido? ¿Acaso no sobrevivió al embate de los taxis patitos en la etapa del gobernante Patricio Patrón, cuyos líderes eran prófugos del ruleteo del gremio afiliado al tricolor? Con más de 5 mil socios y 3 mil y pico de unidades, no deberían sentir pánico; al contrario, sólo funcionar, aceptar la competencia, modernizarse y aplicar también las alternativas tecnológicas. Por supuesto, rebajar los precios de las “tiradas” porque son muy elevadas.

No obstante, nada es eterno. Y los monopolios también nacen, crecen, se desarrollan y perecen. Otros surgirán. Lo importante es que la violencia no desquicie Mérida y sus otras 105 comunidades y que a Bond, “Billy” Bond Fernández, sí le quiten la licencia para “madrear”.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que las ruleteadas no cuesten más que dinero y no martillazos y trancazos, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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